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sábado, 13 de febrero de 2010

En Cuba, la placa del automóvil determina el estatus

En Cuba, la placa del automóvil determina el estatus

 (Algo sobre lo que siempre quise hablar, ya no hace falta, gracias Gabriel)

 

LA HABANA. - En muchos países, el tipo de automóvil que uno maneja es lo que determina el estatus de una persona. En Cuba, lo que cuenta no es el auto sino la placa.
Un arco iris de colores y códigos de todo tipo revelan al buen entendedor qué tan importante es uno en esta revolución igualitaria, si uno es cubano o extranjero, a qué se dedica y, a menudo, qué nivel tiene en su trabajo.

"Su carro dice algo", señala Norberto León, un jubilado que reúne algunos centavos vigilando vehículos estacionados cerca de uno de los principales hoteles de La Habana. "Pero la chapa le dice más".
La mayoría de los autos que circulan en Cuba son propiedad del estado, que decide a quién se los da, cómo pueden ser usados y por cuánto tiempo.

Hay inspectores en las carreteras y puntos de mucho tránsito en los que detienen a los vehículos y se aseguran de que están recorriendo las rutas autorizadas y no están siendo usados con fines personales, como viajes a la playa y otras salidas. Los funcionarios de firmas estatales reciben placas color marrón que les dan más flexibilidad, por más que, en teoría, solo tengan permiso para usar el auto para ir al trabajo.
"Es una forma de control", expresó Weichel Guera, chofer de la Oficina Nacional de Estadísticas a quien se le asigna un Lada ruso que puede usar únicamente en horas de trabajo, para transportar a algún funcionario importante.

Guera pasa la mayor parte del tiempo estacionado afuera de la oficina de estadísticas, en el barrio capitalino de Miramar.

La placa "también determina si un carro es del estado, porque hay más del estado que particulares".

Desde hace décadas que se usan placas de distintos colores con las que las autoridades le siguen la pista no solo a los autos sino a las personas y las cargas que llevan.

Los vehículos militares tienen placas verde menta, solo en la parte trasera, no en el frente, como el resto. Hay placas verde oliva para los autos del Ministerio del Interior, incluido el Mercedes blindado de Fidel Castro.

Las placas negras son para los diplomáticos extranjeros, que no tienen que respetar las normas de tráfico.

Los tres últimos números de las placas para diplomáticos revelan la jerarquía del chofer. Una placa 179-004 en un Mercedes, por ejemplo, indica que al volante está la cuarta persona más importante de la embajada rusa.

"Se supone que todos son iguales en el socialismo. Pero cuando un auto último modelo negro con placas de diplomático avanza por la Quinta Avenida (de La Habana), la persona al volante está diciendo, 'miren, soy alguien importante"', afirmó Tracey Eaton, quien tiene un blog sobre la isla llamado "Along the Malecón".

Los autos blancos de los ministerios o de organizaciones estatales importantes se manejan como si tuviesen inmunidad diplomática, algo que no tienen.

El sistema de placas fue copiado de la Unión Soviética, donde todas eran blanco y negro y las primeras dos letras indicaban la provincia donde el vehículo estaba registrado. La tercera letra señalaba si se trataba de un auto privado o propiedad del estado. La gran mayoría eran del gobierno.

Cuba tiene 14 provincias y un municipio especial, la Isla de la Juventud. La primera letra de la placa revela la procedencia del auto. Las placas de los vehículos de la capital empiezan con la letra H, los de la provincia occidental de Pinar del Río con la P y los de Guantánamo con la N.

La letra K indica que se trata de un auto privado, propiedad de una persona o de una empresa que opera en la isla.

Las letras no son lo único importado de Rusia. Durante mucho tiempo en Cuba circularon autos rusos Lada y Moskovich, así como otros vehículos del bloque oriental. Ahora abundan los autos chinos y también hay concesionarias de Peugeot, Fiat y Mercedes.

Las placas marrones son para autos de alquiler. Las azules son para autos del estado. El color anaranjado indica que se trata de un auto de un periodista o líder religioso extranjero, o que es conducido por un cubano que trabaja para una firma extranjera.

Hay placas provisionales rojas, que son entregadas mientras las autoridades determinan qué tipo de chapa hay que asignarle a una persona.

Finalmente, la mayoría de los autos estadounidenses de hace 50 años que todavía circulan por las calles agujereadas de Cuba, verdaderos museos rodantes, tienen placas amarillas, lo que señala que el auto es de un ciudadano común.

Los viejos autos estadounidenses siguen siendo los más usados ya que el grueso de los cubanos puede comprar o vender sólo vehículos de antes de la revolución castrista de 1959. La compra de un auto nuevo requiere un permiso del gobierno y corroborantes de que una persona puede pagar por el vehículo, en un país donde el sueldo promedio es de 20 dólares al mes.

"Es algo normal", manifestó Leonardo Rodríguez, de 49 años, dueño de un Buick Special azul de 1957. "Tal vez lo confunda a un extranjero, a alguien que viene de otro lugar, pero a nosotros no".

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