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miércoles, 23 de junio de 2010

El amor entre mujeres

El amor entre mujeres

 

LA HOMOXESUALIDAD NO ES PROBLEMA, SIEMPRE QUE CON ELLA NO SE DAÑE A TERCEROS

Fuente: http://blogs.monografias.com/editorial/2010/06/23/el-amor-entre-mujeres/

Tengo una caja de postales antiguas, de las que solían enviarse entre amigas (Breve ensayo sobre el afecto, amor y amistad), entre compañeras o vecinas que habían partido de viaje (El viaje del héroe o no hay héroes nuevos bajo el sol).
Es extraño, pero las mujeres siempre se amaron entre sí; lo que dicen estas tarjetas de principios del siglo XX parece demostrarlo (Homosexuales… ¿Rechazo hacia ellos?).
Copio algunas (algunas son de alguien llamada Amalia a alguien llamada Matilde, otras de alguien llamada Mercedes a Anita, de Felicitas a Irene, etc.):
Al besar, amiga, tu mano hechicera/ te doy en el beso / mi vida entera. (La Vida)
A los altos montes la nieve y a las almas hermosas la helada ingratitud. (David Hume)
En tu rostro angelical/brilla el alma candorosa/como el botón de una rosa/en un vaso de cristal.
La hermosura física pronto se marchita, la hermosura inmortal es más alta que la tumba.
Toma el pensamiento de este ramo/él te dirá cuánto te amo.
Por modestia prefiero las violetas calladas a las rosas. (Carta a los adolescentes infames)
Cuando estas flores pierdan su esencia (Dios…) no las arrojes por compasión,/guarda un recuerdo de mi existencia/en lo más hondo del corazón.
Olas de besos manda tu aliento, /olas de dicha da tu pasión,/es todo un mundo tu pensamiento/y un mar de amores tu corazón. (El velero. Una travesía por el mar de la existencia)
Mi pensamiento es pensar en ti. (Educación y pensamiento complejo).
Una mañana vi azul el cielo/y el horizonte lleno de luz/y entre las sombras de mi existencia/apareciste radiante, tú.
Amar es formar pacto con el dolor.
Sea usted tan cariñosa/como yo soy indiscreta/de mandarme generosa/una tarjeta.
Según creen los amantes/valen más las flores que los diamantes,/mas al extinguirse los amores/valen más los diamantes que las flores.
Consulté con las estrellas/para saber mi destino/y noté que se movían/y formaban tu apellido.
Como el nombre de esta flor, mi corazón siempre fijo en el de Amalia.
Nada en el mundo es comparable a la dicha de dos corazones que atravesándose se aman.
Felicitas: desde esta ciudad, le mando también una avenida, para que al mirarla pasee un poco.
Ausente de usted me encuentro/pero no del pensamiento/que los ojos del silencio/la ven a cada momento.
Si fuera abeja me perdería en el círculo de tus bellas pupilas, de flor en flor, entre los suaves perfumes de tu cara.
La pluma es la que escribe, el alma la que dicta, la que te quiere es tu palacio.
El amor de una mujer
Este amor es un refugio reconfortante. Resulta extraño llamar refugio a lo que uno emprendió como una aventura, una transgresión, una fuga.
Cuando era jovencita me parecía un secreto muy mío, muy solitario, irrealizable, este amor por alguna mujer. Pero me enamoraba apasionadamente, y sufría, y fantaseaba y escribía poemas de amor a sus destinatarias, no era diferente en mi inocencia que escribir un poema para las plantas del jardín o las aves exóticas.
No lo consideraba una anormalidad -que no lo es, pero que en aquella época eran pocos los que evitaban esta palabra- sino más bien una originalidad única, preciosa, irrepetible. Había leído en demasiados libros que existían “mujeres así”, había oído hablar y conocía a alguna señorita de la cual se decía que “era así”: pues bien, a mí me parecía de todos modos legendario, increíble.
La imposibilidad de aceptar que mis sentimientos especiales eran compartidos debe de tener algún origen narcisista, no lo niego. Y es extraño mi rechazo a aceptar la normalidad de mis sentimientos; mis dudas se prolongan hasta hoy.
Demasiadas veces me descubro pensando ante una de mis bellas y alegres amigas: “si ella hubiera tenido oportunidades con un hombre, si algo no la hubiera impulsado a rechazar a un hombre, si le hubieran ofrecido afecto e hijos, ¿habría hecho su vida de esta manera?”.
Me olvido que yo misma amé mucho a un hombre y tengo hijos a los cuales adoro, a los que tuve que dejar en algún momento de mi vida, temporalmente, por una fuerza que un día no pudo más adentro mío y fue tan poderosa como para revelarme que todos los deseos y fantasías que venían desde mi infancia, ya, eran respetables y podían ser cumplidos. Bajo otro sol tal vez, bajo otra luz y otras miradas.
Envío
A todos los que tengan algún deseo misterioso les dedico este blog. Si tal deseo los hace felices y no daña a los otros, cúmplanlo, y si puede causar dolor a alguien, guárdenlo en un lugar secreto…
Todos mis abrazos de siempre, y algunos besos
Mora

Editorial
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Comentarios

5 respuestas a “El amor entre mujeres”
  1. Veronica C. dice:
    Es muy cierto…el amor entre mujeres aparte de ser algo muy especial es tambien muy doloroso sobretodo cuando se mantiene en silencio, se sufre mucho el tenerlo dentro de uno y no poder contarselo a nadie por temor a que nadie de tu entorno te entienda…acabo de salir de una etapa de sufrimiento silencioso, por decirlo asi; ahora estoy tratando esta nueva relacion que empiezo tomarlo de la manera mas calmada y no como la de hace 4 años cuando estaba en la universidad y era de repente mas voluble.
    Lindo post, me hizo recordar viejo momentos trsites como te comentaba pero a la vez enseñables, pues considero que me hizo mejor persona, y sobretodo aprendi a conocer mas, aunque en esas ando todavia.
    Saludos.
    Vero
  2. Catalina Castellanos Millan dice:
    Estoy de acuerdo, me gusta, me senti reflejada totalmente, desafirtunadamente o afortunadamente aun vivo de esa manera, enamorada y en silencio, pero gozandome la situacion lo mas que se pueda
  3. Lic. Carlos A. Abarca Vásquez dice:
    Señora Mora Torres. Gracias por abordar como editorial el tema, el “amor entre mujeres”, y por enviarlo a los lectores de Monografías. Usted, las autoras de los versos románticos que transcribe, y las comentaristas Vero y Catalina, dejan un testimonio muy útil como fuente de conocimiento; pues el Estado y las Iglesias, históricamente han deslegitimado el amor entre las personas del mismo género. En consecuencia esas mujeres y hombres sufrieron a solas; dudaron de sus identidades; han vivido confundidas por el peso de los prejuicios que las devalúa y rechaza como personas y ciudadanos; han experimentado diversos tipos de represión; e incluso, bajo esas presiones, han recurrido al suicidio. Eso ha sido y es injusto, y nuestras sociedades, gobiernos y dirigentes religiosos, son responsables de ello.
    Se afirma que en el campo de la libertad sexual, se ha venido avanzando en América Latina desde los años 70. A veces no se aclara que ello ha sido resultado, también, de los llamados movimientos de género. Aún así, pienso que unas cuantas leyes de Estado que coinciden con la Declaración de los Derechos Humanos no resuelve el drama personal, social y ciudadano de las mujeres y hombres que trascienden el concepto de que el amor y la sexualidad son igualmente normales, legítimos y éticos cuando lo viven personas del mismo género.
    ¡Cómo me gustaría leer más comentarios a su excelente editorial!
    Saludos desde Costa Rica.
    Carlos A. Abarca Vásquez.
    Historiador.
  4. Javier Sarmiento dice:
    Me encanto, simplemente me encanto. Me hizo reir y eso es mucho en mi. Gracias
  5. Este editorial es especialmente bello pues habla del amor y de las mujeres: ambos demasiado hermosos y complejos como para ser entendidos facilmente. Solo puedo decir que poder amar a otro ser humano y ser amado de la misma forma es lo mas grande que puede pasarnos. No importa nuestro sexo: el amor es lo que nos hace ser lo que somos, la única tragedia verdadera es la falta del amor.

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