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domingo, 18 de julio de 2010

PARA QUE SE ENTERE LA HABANA (VI) NUESTROS HEROES VERDADEROS

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

«Pasé 17 meses incomunicado en una celda de cuatro metros cuadrados»

García Paneque, uno de los disidentes cubanos excarcelados, agradece la acogida española pero apunta que «vivir en el exilio no es la solución»

Día 17/07/2010
yolanda cardo
José Luis García Paneque, disidente cubano excarcelado
 
Con la mirada cansada y la voz tranquila, José Luis García Paneque, uno de los siete disidentes cubanos que llegaron a España el pasado martes, confiesa que aún no ha tenido un momento de calma. Desde su aterrizaje, ha estado de un lado para otro, atendiendo a los medios y «aprovechando las bondades de la democracia» para seguir luchando por la libertad, algo impensable en su país puesto que «el pueblo cubano es analfabeto de democracia».
 
 
No se siente libre, ni tampoco inmigrante. Reitera que él no ha venido como consecuencia de un problema económico, buscando una vida mejor, sino porque tanto él como sus compañeros están perseguidos en su país, de ahí que hayan solicitado el estatus de asilo político. «Si fuese libre, podría volver a mi país sin problemas, pero no es así. Si regreso, me pueden devolver a la cárcel... Aún me quedan 17 años por cumplir que me acechan como una espada de Damocles», sentencia. Sin embargo, en cuanto pueda volver a la isla lo hará: «El exiliado es un árbol sin raíces y a pesar que el pueblo de acogida te trate bien, siempre se querrá volver».
 
Reconoce que sigue desorientado y no sabe qué va a ser de él y de sus compañeros en los próximos días. El Gobierno español no les ha prometido nada y actualmente dependen de tres ONG que velan por ellos y sus familias. «Yo no tengo medios y dependo de los demás. No he venido aquí a ser una carga, no quiero serlo, pido una oportunidad», la misma que en Cuba le negaron el 19 de marzo de 2003, cuando junto con otros setenta y cuatro compañeros fue encarcelado por expresar ideas contrarias al régimen castrista. En ese momento, empezó un calvario que por desgracia aún no tiene fecha de caducidad. A él y a todos sus compañeros los sometieron a un régimen de aislamiento, 24 horas al día, siete días a la semana. A unos más tiempo, a otros menos.
 
Un largo camino
 
Para él fueron 17 meses «incomunicado en una celda de apenas cuatro metros cuadrados donde pasaban las horas lentamente sin tener noticias del exterior». Cada tres meses se les permitía la visita de un familiar, cada cuatro alguien de su círculo cercano les podía llevar una pequeña bolsa con alimentos complementarios a los que recibían en la cárcel, y cada cinco, una visita conyugal de 3 horas.
 
«A veces, algunas celdas tenían enfrente de la entrada un pequeño recuadro enrejado donde te sacaban de vez en cuando para que te diera un poco el sol... Pero si no coincidían las horas, era más de lo mismo», añade García Paneque, a quien no le tiembla la voz al relatar las duras condiciones de vida. «Yo pesaba 86 kilos, era un hombre sano... pero mi estado empezó a deteriorarse rápidamente y en seis meses llegué a pesar menos de 45 y ahora tengo una enfermedad crónica, síndrome de mala absorción intestinal». Relata que no tenían asistencia médica, solamente el oficial de la seguridad del Estado tenía la potestad se sacarlos de la celda, y si enfermaban de repente podían morir porque no podían ser trasladados a un hospital. Uno de sus compañeros «desapareció, se esfumó»; y como él, otros adquirieron enfermedades de por vida que no les permitirán olvidar lo vivido aunque quisieran.
 
Cuando se le pregunta sobre los momentos previos a la excarcelación se pone serio. «Permíteme decirte que la salida de Cuba empezó con la huelga de hambre de Orlando Zapata; lo asesinaron, no debía morir», afirma; «después, con la decisión de Guillermo Fariñas de plantarse y ofrecer su vida a cambio de la nuestra». A José Luis esto le provocaba mucha angustia y no dejaba de preguntarse cómo alguien podía cambiar su propia vida por la de otro. «Es nuestro héroe», acaba.
 
El pasado 8 de julio recibe una llamada que le comunica que es uno de los cinco presos que saldrá del país en breve. Al día siguiente abandona la cárcel y los trasladan junto a sus compañeros a una residencia donde esperarán un día, hasta que de madrugada cogen un avión con sus familias, que aterrizó el martes pasado en Madrid. A partir de entonces, continúa la lucha.
 
Carles Llorens, dirigente de Convergència Democràtica de Catalunya, pide al Gobierno español que en esta ocasión no se desentienda de los presos, haciendo referencia al descuido que manifiestan los liberados cubanos de hace dos años.

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