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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Cuba en el Contexto Global. Vias a seguir

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

China, Vietnam, Cuba y Norcorea: nueva reconversión del comunismo
El doctor Pascual Albanese, vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico, brinda una visión panorámica extremadamente actualizada de los nuevos rumbos que toma el comunismo en el mundo, tras la desaparición del mundo unipolar y la emergencia de nuevos bloques que obligan a resignar posiciones políticas en favor de nuevos realineamientos estratégicos.
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En las últimas dos décadas el PBI vietnamita creció a un ritmo del 7,5% anual, una de las tasas más altas del mundo. China es el principal socio comercial de Corea del Norte. El intercambio bilateral concentra un 50% de su comercio. Después del colapso de la Unión Soviética y de los regímenes socialistas de Europa Oriental, quedan en el mundo sólo cuatro países gobernados por el Partido Comunista: China, Vietnam, Cuba y Corea del Norte. Lo que hasta hace sólo dos décadas constituía un fenómeno internacional gigantesco, cuyo poder político abarcaba una superficie de 35 millones de kilómetros cuadrados que albergaba a un tercio de la población mundial, se ha reducido a un extraordinario ejercicio de supervivencia, en el que el dogmatismo ideológico deja paso al pragmatismo.

Son cuatro realidades muy distintas: China marcó el rumbo de la apertura hacia la economía de mercado, Vietnam avanza en el mismo sendero reformista, Cuba insinúa hacerlo ahora y en Corea del Norte cruje una crisis que puede ser terminal. El gobierno de Raúl Castro trata de abrirse camino en medio de una sorda pugna interna. La desmentida frase de Fidel Castro en un reportaje periodístico acerca de que “el modelo cubano no funciona ni en Cuba” constituyó un implícito aval a la estrategia aperturista de su hermano. El posterior anuncio del despido de 500.000 empleados públicos tuvo un gran impacto en la sociedad cubana. “Cuba no puede ser el único país del mundo en que se puede vivir sin trabajar”, señaló el hermano de Fidel.

En relación con el tamaño relativo de la economía cubana, estas cesantías masivas en el sector estatal son, de lejos, una medida mucho más drástica que todas las adoptadas hace treinta años por Margaret Thatcher en Gran Bretaña, cuando inauguró la ola neoconservadora que luego profundizó Ronald Reagan en Estados Unidos. Con un agravante: en Inglaterra había un importante sector privado, algo que en Cuba no existe.

Una característica singular de esta decisión del régimen cubano es precisamente una deliberada inversión del orden lógico: en vez de promover primero la aparición de un sector privado capaz de absorber a los empleados despedidos, se optó por huir hacia adelante, a través de una cesantía masiva de agentes públicos que torne necesaria la creación de empresas privadas que eviten una tasa de desocupación intolerable. El paso siguiente fue autorizar la concesión de 250.000 nuevas licencias para pequeños emprendimientos unipersonales, que se suman a los 143.000 cuentapropistas ya reconocidos oficialmente. En algunos casos, esas licencias incluyen el derecho a contratar a uno o dos empleados.

En ese contexto, Raúl anunció la destitución de Yadira García, ministra de Industrias Básicas, nombrada por Fidel en 2004. La ex funcionaria era la última sobreviviente en el equipo económico cubano de la era Fidel. La remoción revela la decisión de avanzar en la búsqueda de inversiones extranjeras. También es un signo del debilitamiento de los vínculos de La Habana con el régimen de Hugo Chávez, todavía en viaje de ida hacia el punto desde donde Cuba intenta volver.

El gradualismo que caracteriza a Raúl Castro hace que el comunismo cubano tema embanderarse con el modelo chino. Prefiere mirarse en el espejo de Vietnam. Hanoi inició en 1986 (cinco años antes de la disolución de la Unión Soviética) un “proceso de renovación”, bautizado como Doi Moi, menos drástico que el giro impulsado en 1979 en China por Deng Xiao Ping, pero que también tuvo resultados contundentes. En las últimas dos décadas el producto bruto vietnamita creció a un ritmo del 7,5% anual, una de las tasas más altas del mundo. En la última década, el índice de pobreza se redujo a la mitad. Vietnam estableció un tratado bilateral de libre comercio con Estados Unidos y en 2006 logró ingresar en la Organización Mundial de Comercio (OMC).

En veinte años, Vietnam disminuyó el número de empresas estatales de 12.000 a 4.000. El país es un destino confiable para las inversiones extranjeras, orientadas hacia ciertos sectores industriales intensivos en mano de obra, hasta ahora concentrados en China pero que empiezan a desplazarse en otras direcciones, a partir del progresivo encarecimiento de los costos salariales. Vietnam es ya un actor significativo en la fabricación de calzado, indumentaria y productos electrónicos. El ancestral prestigio del Partido Comunista Vietnamita, fundado por Ho Chi Minh, en toda la izquierda a nivel mundial, basado en su victoria en su guerra con Estados Unidos, hace que su giro ideológico ayude a legitimar un viraje semejante en Cuba y en la propia Corea del Norte.

A diferencia de Cuba, Corea del Norte enfrenta una disyuntiva estratégica. Sacudida por una fuerte crisis económica, el ayer comenzó a sesionar el Congreso del Partido de los Trabajadores (denominación oficial del Partido Comunista). Es la primera reunión desde 1966. Las deliberaciones implicarán la institucionalización del rol de Kim Jong-un, un joven de apenas 27 años que es el hijo menor de Kim Jong-il, como futuro sucesor de su padre, quien gobierna desde 1994, fecha de la muerte de su padre, Kim Il-Sung, fundador del estado norcoreano. El actual mandatario, de 68 años y una salud deteriorada, que se agravó luego de un derrame cerebral que sufriera en 2009, optó por su hijo menor, con estudios universitarios en Suiza, en desmedro de sus dos hijos mayores, a quienes no consideró aptos para el cargo.

Kim Jong-il viajó semanas atrás a Beijing para presentar a su hijo menor ante las autoridades chinas. Corea del Norte es casi un protectorado chino. Beijing asumió ante Washington la responsabilidad de resolver el problema suscitado por el desarrollo del plan nuclear norcoreano. Ambos países comparten una frontera de 1.415 kilómetros de extensión. China es el principal socio comercial de Corea del Norte. El intercambio bilateral concentra cerca de un 50% del comercio internacional norcoreano. De allí que la voz de China no pueda desoírse en Pyongyang.

Para comprender el cuadro de opciones, hay que subrayar que la península coreana está dividida en dos estados desde la guerra de 1950. Corea del Norte tiene dos alternativas. La primera es transitar el camino de la apertura internacional. Para ello, su vecina China incentiva la creación de zonas económicas especiales en la frontera común, para incentivar la radicación de capitales extranjeros. La segunda alternativa es correr la suerte de Alemania Oriental, cuyo colapso económico y político provocó la reunificación alemana. Las autoridades de Corea del Sur propician una etapa de cooperación económica como paso previo a la reunificación nacional. En este último caso, de los cuatro partidos comunistas que sobreviven en el poder quedarían sólo tres. El que se niegue a cambiar inexorablemente desaparecerá.

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