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martes, 8 de marzo de 2011

Alan Gross, un ‘gringo’ viejo, engañado y enfermo

Alan Gross, un 'gringo' viejo, engañado y enfermo

La saga de espionaje utilizada por el gobierno de Cuba contra el contratista estadounidense Alan Gross, 61 años, pudiera terminar en los próximos días cuando la Fiscalía anuncie la sanción penal definitiva.

El juicio a Gross, para quién la Fiscalía pide 20 años de cárcel, quedó concluso para sentencia el sábado 5 de marzo en el tribunal de 10 de Octubre, situado en el municipio más populoso de La Habana.

La prensa oficial dio a conocer una escueta nota donde se informaba que el "ciudadano norteamericano Alan Gross reconocía haber entrado al país equipos informáticos y satelitales para formar redes paralelas y no autorizadas por el gobierno".

En ella se decía que a Gross se le brindaron todas las garantías jurídicas previstas en la Constitución cubana y que él mismo aceptó haber sido engañado por la firma para la cual trabaja, Development Alternatives, contratada por el Departamento de Estado, y por el Departamento de Estado mismo.

Según la misiva divulgada por los medios estatales cubanos, el contratista se quejó de pérdidas económicas y familiares durante los 15 meses de prisión que lleva en la isla.

Paralelamente al caso del contratista judío, la televisión nacional anunciaba para el lunes 7 de marzo un nuevo capítulo de denuncias de acciones de Estados Unidos contra Cuba, y que en este ocasión hará hincapié en las comunicaciones satelitales, precisamente a lo que vino Gross,  y aportará "pruebas contundentes" de la injerencia de Washington.

De cualquier manera, a pesar de la algarabía formada por el régimen con el asunto Gross, no sería descabellado pensar que la sanción pueda ser condonada o disminuida en grado sumo de  los 20 años pedidos por el fiscal.

Mientras la suerte de un gringo, viejo y enfermo, según él engañado, depende de la buena voluntad del gobierno de Raúl Castro, en la trastienda se cuece una nueva ola de espías. Además de presentar fotos y vídeos de las actividades del americano en Cuba, aprovecharán la oportunidad para tratar de desacreditar al máximo a la oposición, el periodismo independiente y la blogosfera local.

Una disidencia amenazada y más desprestigiada aún, la haría inviable como catalizador de futuros disturbios populares.

El verdadero enemigo de los Castro no es Gross. El estadounidense no es más que una buena moneda de cambio. No está mal para negociar con los yanquis. O como show político. Poco más.

Iván García

Foto: AP. Alan Gross llega al tribunal rodeado de escoltas.
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