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martes, 22 de marzo de 2011

LA CONCEPCIÓN ARCAICA DEL ESTADO Y DEL DERECHO SOCIALISTA

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

Un comentario tomado del blog Cruzar Las Alambradas de Luis felipe de holguin. 

Asi como lo publicó su autor 

11 comentarios
en marzo 22, 2011 a 3:47 am | Responder
faisel iglesias

LA CONCEPCIÓN ARCAICA DEL ESTADO Y DEL DERECHO SOCIALISTA

El Campo Socialista fundado y liderado por la entonces Unión Soviética,
tenía su base en la Rusia de la Revolución de Octubre. La Rusia feudal
en pleno siglo XX, que comenzaba a abrirse al modernismo cuando ya
occidente se estaba despidiendo de él. La Rusia que no había recibido
aún, de manera eficaz, las influencias del derecho romano, del
renacimiento, del iluminismo, del movimiento enciclopédico, de la
revolución industrial inglesa, y mucho menos de la revolución francesa y
de la concepción tripartita de los poderes del estado, que ésta le legó
al mundo en las ideas de Montesquiu, a no ser la creación de la Duma,
especie de parlamento sometido, legalizador por unanimidad viciada de la
muchas veces ilegítima voluntad del Zar, antecedente histórico de las
mal llamadas asambleas populares de los países socialistas totalitarios.
Rusia no había conocido una Constitución. “Sólo una vez, en noviembre de
1917, hubo un parlamento votado libremente, pero sin llegar a reunirse”,
nos recuerda Michael Morozow, en su obra, “El caso Solzhenitsyn” El
pueblo ruso carecía de una tradición de opinión pública. Sus pensadores
estaban en la literatura, y sus vidas eran trágicas: Pusckin fue
asesinado por una camarilla de cortesanos aliados a Nicolás I; Lermontow
murió en un duelo; Gogol quedó medio loco luego de una huelga de hambre;
Rylejev fue ahorcado. Incluso, después de la Revolución de Octubre de
1917; Blok murió de inanición en Petrogrado; Essinin se ahorcó en una
habitación de un hotel de Leningrado después de escribir su último poema
con sangre en la pared de la habitación; Majakowki se suicidó de un
balazo en la cabeza; Gumilow fue fusilado; Máximo Gorki elige el exilio
voluntario por 10 años, y más recientemente Boris Paternaf y el propio
Solzhenitsyn reflejan en sus propias vidas el drama de todo un pueblo.
El comunismo soviético, era pues una sociedad dirigida por el Estado,
que trataba de fundir todos los ámbitos en un sólo bloque monolítico e
imponer una dirección común, desde la economía hasta la política y la
cultura, mediante una sola institución, el Partido. El arte, la cultura,
expresión real de los valores de una sociedad, se vieron aniquilados por
un Estado que no permitía crear sino a favor de sus intereses políticos
coyunturales. La tierra de la otrora extraordinaria cultura rusa, una de
las más importante de principios del siglo XX, venida la Unión
Soviética, no creó una arquitectura trascendente, a no ser la de “tipo
pastel” de la era estalinista, y reprimió a los músicos y a los
escritores. A tal frustrante realidad se le rindió culto, dentro de una
corriente ideoestética denominada Realismo Socialista, que ha
constituido un de los legados culturales más pobres que ha conocido la
humanidad.
LA ÚLTIMA EXPRESIÓN DEL MODERNISMO
La edad moderna, cuya obertura fue el renacimiento, vivió desde la época
de la palabra impresa hasta la era del lenguaje digital, desde el Siglo
de las Luces hasta el Socialismo, desde el positivismo hasta el
cientificismo, desde la revolución industrial hasta la revolución
informática, bajo el signo del hombre que, en tanto cumbre de todo lo
existente, era capaz de descubrir, definir, explicar y dominarlo todo y
de convertirse en el único propietario de la verdad respecto al mundo.
El Bloque Socialista, la última expresión del modernismo como era, donde
se creía que el universo y el ser representaban un sistema capaz de ser
explorado por completo, era además dirigido por una suma de reglas,
directrices o sistemas que, se pensaba, el hombre iría dominando y
orientando a su beneficio. Eran los tiempos del propósito de la sociedad
ideal: el comunismo, en virtud de una doctrina (el marxismo-leninismo)
que se consideraba la verdad científica, según la cual se debía
organizar la vida.
“Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras – había
advertido ya José Martí desde el siglo pasado -: el de las lecturas
extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia
disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo
empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos
defensores de los desamparados.”
Ya en 1887, John Rae, en su libro Contemporary Socialism (obra de
consulta de José Martí) expresaba “El comunismo lleva a todo lo
contrario de lo que pretende alcanzar; busca igualdad y concluye en la
desigualdad, busca la supresión de los monopolios y crea un nuevo
monopolio, busca aumentar la felicidad humana y en realidad la reduce.
Es una utopía, y ? por qué es una utopía? … Porque la mayor igualdad y
la mayor libertad posible sólo pueden lograrse juntas”-
La caída del muro de Berlín significa pues, no sólo la derrota del campo
socialista (marxista-leninista) en la Guerra Fría, la victoria de los
valores occidentales en el planeta, sino el agotamiento de la era
moderna, la era de los mitos, las ideologías, los partidos de políticas
doctrinarias, aspirantes a la “toma del poder”, y el inicio de una era
de circulación de ideas, información, concertaciones, una era sin
fronteras, sin distancias, de internacionalización de los procesos
productivos y de la soberanía de los individuos; la posmodernidad.
LA ERA POSMODERNA
La revolución informática, los satélites, la televisión, la
cosmonáutica, los teléfonos celulares, han roto las fronteras,
disminuido las distancias, multiplicando la información, las versiones,
acelerando los procesos de análisis a niveles de velocidad tales que la
inmediatez se ha convertido en un factor operativo fundamental. Un
movimiento conocido como “nueva epistemología” o “epistemología
alternativa” contribuyó a modificar la idea que hasta entonces se tenía
de las ciencias y de los mecanismos que la configuran. Este tránsito de
una época a otra, está vinculado además, a una serie de acontecimientos
sociales, políticos y culturales que han contribuido a moldear los
nuevos tiempos.
 

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