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Marti por siempre!!

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martes, 24 de mayo de 2011

Al parecer no hay espacio para todos

Por: Ernesto Morales
Blog: El Pequeño Hermano


"El Gran Apagón", obra emblemática de Pedro Pablo Oliva


Pocas intelectualidades más timoratas que la cubana deben haber existido en la historia del arte y el pensamiento contemporáneo. Pocas intelectualidades con semejante piel de tornasol, que cambia divertidamente de tono y matiz según la luz le pase por encima.
En estos días en que un nombre monumental en el arte cubano acaba de padecer los inagotables frutos de la intolerancia, del militarismo ideológico, se me ocurre preguntar dónde están aquellos intelectuales comprometidos no sólo con su sociedad, sino con los destinos del arte mismo a través de sus cultores.

La nueva defenestración de Pedro Pablo Oliva, su hermoso y transparente pronunciamiento, y el silencio sepulcral de aquellos a quienes el peso de sus títulos obligaría a tomar partido, presentan un nuevo escenario para que los intelectuales de la Isla luzcan su pálida condición.

¿Dónde están, en este segundo, aquellos escritores y dramaturgos que protagonizaron una alharaca electrónica tras las apariciones televisivas de Luis Pavón y Papito Serguera? Sí, dónde está ahora mismo la pléyade de Premios Nacionales de Literatura, que al parecer sólo salta –tímida, timoratamente- cuando le pisan los cayos de sus memorias, sus recuerdos de exclusiones y castigos por la homosexualidad oculta o el poemario conflictivo. ¿Dónde están los que se presumen cronistas de su tiempo?

¿Dónde está el alegato discordante de los miembros de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, pidiendo explicaciones, rechazando los métodos, alineándose junto a un creador imprescindible en su momento de valentía y honestidad?

¿Debajo de qué pretexto, con qué pantomima como excusa se han clausurado la garganta los pretendidos nombres del pensamiento cubano, dígase Desiderio Navarro, Reynaldo González, Alfredo Guevara o Antón Arrufat? ¿O es que como no tocaron con la punta de un Criterio al Centro Teórico-Cultural homónimo; como la homofobia institucional y el cine censurado parecen ser prácticas aliviadas; y como Los Siete Contra Tebas ya es publicado sin represalias, no se vale elevar la voz?  Mientras un alto representante del arte cubano es acusado de traidor y apátrida, y es obligado a cerrar su taller de ensoñaciones plásticas, ¿dónde guardan sus palabras los mediáticos Nelson Domínguez, Alexis Leyva (Kcho), Ernesto García Peña, Roberto Fabelo?

¿Denunciará Amaury Pérez en su multiquerido programa de televisión la afrenta contra un autor que me arriesgo a decir es uno de los que más él mismo admira? ¿Roberto Chile se sentirá motivado a girar el enfoque de su lente, y filmará no un promocional postmoderno, sino un documental sobre la ignominia contra Pedro Pablo?

Yo sé que son todas preguntas retóricas. Sé que son preguntas hoscas y huecas. Porque todos sabemos las respuestas. Y porque Pedro Pablo Oliva las sabe también.

En la presentación de un catálogo suyo, leí ciertas palabras de Pedro Pablo Oliva que vienen a mi mente ahora, como tiradas por un gancho. Pedro Pablo que, por cierto, no escribe tan deslumbrante como pinta… pero casi.

En aquel texto el artista pinareño evocaba a su madre espantando del viejo caserón donde vivía la familia, a la bandada de gorriones que cada día buscaban reposo en el interior. Su madre les tenía una guerra sin cuartel. Pero una tarde de clima asfixiante, de calor insular, la madre del pintor decidió mitigar el tiempo bajo la sombra húmeda de los árboles frutales que poblaban la entrada al caserón. Allí encima estaban los mismos gorriones que ella espantaba de su hogar entre maldiciones. Estaban posados en las ramas de su árbol: su casa. Y no la echaron a ella por sentarse debajo. Pocas horas más tarde, la mujer regresaba al viejo caserón y proclamaba: "Nunca más se espantará un gorrión de esta casa. Aquí hay espacio para todos".

Desgraciadamente, Pedro Pablo querido, en tu amada Isla sigue faltando espacio para todos los gorriones.


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