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sábado, 22 de octubre de 2011

CAPITALISMO POPULAR vs Socialismo del SXXI

UNA PROPUESTA PARA LA HABANA Y VENEZUELA EN DEMOCRACIA INCLUYENTE

ES TIEMPO DE CAMBIARLO TODO

CARLOS R. PADILLA L.: CAPITALISMO POPULAR

No dudamos en proyectar un gobierno limitado en un país de
propietarios que viva en bienestar y libertad en lucha frontal contra
la pobreza.


Hablamos de una propuesta para prosperar produciendo y distribuyendo
riqueza mediante un mercado libre y abierto para hacer de Venezuela
una nación libre, rica, educada y sana.


Para poner a nuestro país en el Primer Mundo, entrando los venezolanos
a la economía global del siglo XXI sin traumas, y aprovechando sus
ventajas y oportunidades hay que reformar el Estado, el gobierno y la
economía. Ello para tener seguridad y justicia expandiendo la
economía, multiplicando la producción, los empleos, el ingreso real y
el poder de compra. Una realidad que garantice educación de primera
categoría para todos, medicinas y previsión social para que todos
ganemos más y vivamos mejor


Proponemos acabar con la injustificada presencia estatal en lo que
debe ser de carácter privado, limitando la atribución de excesivos
poderes del gobierno que produce burocracia, papeleo y corrupción.


Reducir el creciente volumen del gasto estatal, los numerosos y
elevados impuestos (injusticia contributiva), la inflación del dinero
y consiguiente carestía - y el endeudamiento público.


El Estado debe centrarse en proporcionar seguridad para vidas y
bienes. Aplicar una justicia imparcial, expedita y honesta, represiva
y disuasiva para los autores de los crímenes, actuales o potenciales;
pero resarcitoria y/o compensatoria para las víctimas. Desarrollar un
programa de obras públicas.


Con un Estado fuerte pero limitado, y descentralizado o federal, la
corrupción será reducida. Esta reforma y la siguiente nos darán una
economía de alto rendimiento, con empleos e ingresos sólidos. Podremos
participar en las privatizaciones de empresas estatales, que no serán
para crear o acrecentar monopolios privados, sino para capitalizarnos
a todos con títulos-acciones. Y con un Gobierno a cargo de seguridad,
justicia, infraestructura, y respetuoso de la economía, viviremos más
solventes, y con menos trabajo y sacrificio, y más tiempo libre para
la familia, la educación y capacitación, la salud y el esparcimiento.


Bajos impuestos, moneda sana y sin deuda pública se traducirán de
inmediato en mayor poder de compra para todos, con dinero fuerte en
nuestros negocios, ingresos, cuentas y ahorros. Y sin gravar nuestro
futuro, ni hipotecar el de nuestros hijos. Procuramos igualdad de
oportunidades sin importar la posición de nacimiento, con ello todos
tendremos igualdad de derechos, oportunidades mayores y mejores para
todos. Eso es posible, factible y realizable.


Proponemos reformar la economía para facilitar nuevos negocios y más
empresas, así como el crecimiento y desarrollo de las existentes a
través de la expansión de sus mercados, y para crear nuevos empleos
productivos y enriquecer los actuales.


Al reformar al Estado limitándolo a sus funciones específicas se
iniciara el enriquecimiento de los ciudadanos sin las injustas
limitaciones que impiden indebidamente el acceso a los mercados
agrícolas, comerciales, industriales, servicios y banca.


Proponemos eliminar las barreras contrarias a la movilidad de los
factores productivos, que imposibilitan a capitales y gentes cambiar
de empleo o ramo para ajustarse flexiblemente y sin demoras a las
demandas de mercados dinámicos.


Propugnamos la desafectación (privatización) de empresas, equipos,
inmuebles y otros activos económicos ahora indebidamente en manos del
sector público, mediante licitación pulcramente cumplida para su
pronta y transparente transferencia a los particulares.


Para estas reformas se requiere eliminar las leyes contrarias a la
productividad y a la producción, al ahorro y la inversión, y a la
economía en general. También configuran un atentado contra la justicia
y nuestros derechos fundamentales, y contra la misma razón y buen
sentido.


Con estas reformas tendremos empresas competitivas, abundantes bienes
y servicios, variados y de buena calidad, y a precios competitivos,
mediante mercados en firme y sostenida expansión. Y con creciente
poder adquisitivo, todos tendremos más empleos disponibles, más
productivos, y mejor pagados.


Ello debe venir acompañado con un sistema educativo que permita
expandir la matrícula, y mejorar la calidad. Empoderar a los
profesores y maestros mediante la dación en pago -por obligaciones
pendientes- de los centros de enseñanza hoy estatales, para
administrarlos en calidad de propietarios, cobrando por sus servicios,
en libre y abierta competencia con los que son hoy privados. También
empoderar a los alumnos más pobres con cupones para pagar con ellos en
los centros educativos de su elección, en igualdad de derechos con sus
compañeros, durante la transición al capitalismo liberal, pleno y rico
eliminando las imposiciones estatales en los contenidos y programas
educativos, así como en los métodos y estilos de enseñanza.


La calidad en la educación depende de la pluralidad y la diversidad,
la competencia de ofertas variadas y la libertad de elección. En una
educación de mercado todo instituto docente es autónomo y
experimental. Unos con la educación clásica; otros con pura tecnología
moderna; otros con una religión y otros con otra así como el humanismo
secular para quien lo quiera; unos con una educación más práctica,
otros más especulativa; unos con ciencias, otros con artes o letras;
unos con fútbol, otros con básquetbol o béisbol; estos con inglés o
francés, aquellos con japonés o chino, hebreo, griego o latín. Nada
pagado con impuestos, ni de forma impuesta.


Y los estudiantes pagando todos por su educación, sin mayores
diferencias visibles entre ellos, salvo que unos pagan con su dinero,
y otros con sus bonos, cupones o cheques educativos.


Proponemos reformar la seguridad social, la atención médica y el
sistema de jubilaciones y pensiones.


Para expandir la cobertura y aumentar la calidad y excelencia del
cuidado médico hay que empoderar a los doctores, enfermeras y personal
de hospitales y centros médicos hoy estatales, mediante la dación en
pago de los mismos -liquidando deudas pendientes- para que puedan
gerenciarlos y administrarlos como propietarios, cobrando por sus
servicios, en competencia con los centros hoy privados.


Empoderar a los pacientes más pobres con cupones, para pagar con ellos
en los centros de su elección, en igualdad de derechos con todos los
demás, en la transición y eliminar las innecesarias imposiciones
estatales en la prevención y el tratamiento de las enfermedades.


Así se acabarán las odiosas discriminaciones entre pobres y ricos en
los servicios. Para los más pobres se acabarán los largos meses en
espera de conseguir por lástima una cita o una cirugía. Para los menos
pobres se acabarán los dolores de cabeza y las crisis de nervios a la
hora de pagar las cuentas.


En el caso de las Jubilaciones y pensiones. Para expandir la cobertura
y aumentar la cantidad y calidad de las prestaciones: se debe
empoderar a los gerentes, administrativos y personal profesional del
IVSS con la dación en pago (por obligaciones pendientes) de los
inmuebles, equipos, activos e instalaciones, para que puedan
administrarlos como propietarios, cobrando por sus servicios, y en
justa competencia con el resto del sector.


Empoderar a los asegurados más pobres con cupones para pagar las
pólizas en los institutos de su elección, transitoriamente eliminando
las injustificadas imposiciones estatales en las pólizas y negocios de
seguros.


Así se acabarán las jubilaciones miserables, las demoras, las colas y
largas esperas y dilaciones para cobrarlas.


Con estas reformas todos tendremos servicios médicos, de enseñanza y
previsionales de calidad, y económicos, con profesionales
responsables. Y a los más pobres: cupones, no promesas demagógicas.

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