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lunes, 30 de septiembre de 2013

¡No tengan miedo! Un Mensaje de Juan Pablo II - Cubanet

¡No tengan miedo! - Cubanet News Internacional - Noticias de Cuba / Cuba News

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

¡No tengan miedo!
Maria Marquez, El Nuevo Herald, 12 de abril de 2005.
"La indiferencia ante el sufrimiento humano, la pasividad ante las causas que provocan las penas de este mundo, los remedios coyunturales que no conducen a sanar en profundidad las heridas de las personas y de los pueblos son faltas graves de omisión, ante las cuales todo hombre de buena voluntad deber convertirse y escuchar el grito de los que sufren''.

Estas palabras, que sacudieron la isla en enero de 1998, no las dijo un orador en la tribuna de la ONU, ni un académico en el centro de investigaciones más dotado del mundo. Las dijo, en pleno corazón del régimen cubano, Juan Pablo II, el papa valiente, que desafió a Castro gritándole a su pueblo: ''No tengan miedo''. Las dijo el Papa peregrino, para que escucharan todos los que no escuchaban.

Mientras la frustrada revolución se encargaba de situar micrófonos para espiar el Santo Padre, un sacerdote polaco, un misionero de Jesús, llamado simplemente Karol, señalaba, con fuerza, en Santa Clara, el 22 de enero de 1998: "Es necesario recuperar los valores religiosos en el ámbito social y familiar, fomentado la práctica de las virtudes que conformaron los orígenes de la nación cubana, en el proceso de construir un futuro --con todos y para el bien de todos-- como pedía José Martí. La familia, la escuela y la Iglesia deben formar una comunidad educativa donde los hijos de Cuba, pueden crecer en humanidad''.

Echaba así, con su presencia, un desafío al ostracismo de la Iglesia nacional a partir de 1959 e intentaba despertarla para que adquiriera su ritmo con todos los riesgos que debe poseer y desafiar un misionero de Dios.

Pero, quizás, el mensaje papal a los padres cubanos fue de un frenesí tan realista como dramático. ''Los padres, sin esperar que otros los reemplacen en lo que es su responsabilidad, deben poder escoger para sus hijos el estilo pedagógico, los contenidos éticos y cívicos y la inspiración religiosa en la que desean formarlos integralmente. No esperen que todo les venga dado. Asuman su misión educativa, buscando y creando los espacios y medios adecuados en la sociedad civil''. En Santa Clara, el 22 de enero de 1998, Juan Pablo II, respaldado moral y éticamente por su propia trayectoria en su lucha contra el nazismo y el comunismo en Polonia, rompía el silencio vergonzoso de los padres cubanos que habían aceptado las escuelas al campo, los adoctrinamientos escolares y académicos, convirtiendo su mansedumbre en una especie de moda masiva, que impedía que los niños y jóvenes conocieran a la verdad histórica de su patria, ''para así evitar problemas''. Y en ocasiones aceptaban darles a sus hijos tareas también vergonzosas y alucinantes con tal, también, de "evitar problemas''.

Comprendiendo las circunstancias, el Papa lanzó otro mensaje vital, esta vez a esos niños, esos jóvenes de tan nuevas y desdichadas generaciones en la isla, para que por sí mismos emergieran: ''Queridos jóvenes, sean creyentes o no, acojan el llamado a ser virtuosos. Ello quiere decir que sean fuertes por dentro, grandes de alma, ricos en los mejores sentimientos, valientes en la verdad, audaces en la libertad, constantes en la responsabilidad, generosos en el amor, invencibles en la esperanza. La felicidad se alcanza desde el sacrificio. No busquen fuera lo que pueden encontrar dentro. No esperen de los otros lo que ustedes son capaces y están llamados a hacer y ser. No dejen para mañana el construir una sociedad nueva, donde los sueños más nobles no se frustren y donde ustedes puedan ser los protagonistas de su historia''. Aquel 23 de enero de 1998 el Papa selló con los jóvenes, en Camagüey, este compromiso.

El viaje del Papa Juan Pablo II a Cuba, fue una de sus más grandes encomiendas para la libertad. Lástima que el lema del desafío, ¡no tengan miedo!, tampoco fue escuchado.

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