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miércoles, 11 de junio de 2014

El libro que mató a Fidel Castro en el 2014. Por Zoé Valdés

El libro que mató a Castro I. Por Zoé Valdés | ¡Libertad y Vida! Zoé Valdés Publicación Digital



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO










 
Hace dos décadas el periodista y
crítico literario Philippe Vallet me preguntó si yo creía que un libro podría
cambiar la realidad de Cuba, fue en el año de la publicación de 'La nada
cotidiana' (1995). Respondí que sí, sin pensarlo dos veces, pero después
presentí que me había equivocado. Se lo recordé hace dos años, cuando
una vez más fui invitada a su programa radial, popular en toda Francia,
y le confesé que me había confundido en aquel entonces. Él sonrió
'maldito'. Ambos sabíamos de lo que hablábamos. Después de tanto tiempo nada
ha cambiado a Cuba como no sea para peor.
Sin embargo, de los
muchos libros (ojalá haya más) que se escriben sobre el castrismo y sus
malas consecuencias, acabo de leerme en francés uno editado recientemente por
Michel Lafon, titulado
'La vie cachée de Fidel Castro. Les révélations explosives de son
garde du corps personel', de Juan Reinaldo Sánchez y Axel Gyldén
. Al principio desconfié, me dije "otro
libro más para comentar lo que ya muchos sabemos y que otros ignoran porque
no les importa". Error craso. Como siempre termino los libros que
empiezo, pues con este no sucedió diferente. Y, lo leí de un tirón. Este
libro podrá cambiar en mucho la opinión que se tiene de los Castro en Europa.
Es un libro escrito a cuatro manos,
como ya dije, por Juan Reinaldo Sánchez, el que fue guardaespaldas personal
de Castro I y el periodista Axel Gyldén. En este blog he ido colgando algunas
entrevistas y artículos sobre la edición, todos favorables.
No conozco personalmente a Juan
Reinaldo Sánchez. Ahora quizás lo alcance a conocer un poco más y a
explicarme lo que pudo pasar por su cabeza durante todo ese tiempo en que
tantas cosas vio, las calló, y cómo se produjo el proceso de pasarse del
lado de la verdad que no es siempre -y mucho menos-, tan confortable
posicionarse en contra del castrismo.
Que Fidel sea una de las personas
más ricas del mundo, que viva como un
pashá, que le robe al pueblo cubano lo que el mismo pueblo le entregó
ciegamente, no es nada nuevo. Pero aquí las anécdotas por muy anodinas que
parezcan, viniendo de la boca de la persona que tuvo en sus manos la
vida de uno de los mayores tiranos de la historia, constituyen un
testimonio de un descomunal valor. Y no sólo por el valor anecdotario que
muestran, sino porque desnudan al personaje hasta los huesos,
desintegrándolo.
Nadie más podrá comparar, por
ejemplo, a Fulgencio Batista con Fidel Castro, y enseguida tratar de ensuciar
al primero y limpiar al segundo; por mucho que los cubanos sabemos que
Batista no fue ni remotamente como nos lo pintó el castrismo. Aquí ya no
queda dudas de quién es Castro I y lo más importante, ahora en el momento que
todavía la gente ansía creer en los cambios fraudes de Castro II, aquí
se nos deja más que claro quién es Raúl, por si alguna duda quedaba.
Las anécdotas, por supuesto,
cuentan y mucho para un balance racional, sin apasionamientos; como la de
esos dos guardaespaldas que fueron elegidos por su grupo sanguíneo, porque
Castro I tiene un grupo sanguíneo difícil y necesita en permanencia a dos
personas cercanas con su mismo grupo sanguíneo en caso de urgencia. De tal
modo estos hombres han puesto sus brazos para donar sangre de vena a
vena las veces en que Castro lo ha necesitado, cualquier semejanza con
Drácula no es pura casualidad, ni tampoco con el hecho de que el grupo
sanguíneo de Castro sea el que dicen los que saben que posee el Diablo.
El piso en el Vedado para las vacas, las vacas enumeradas, una para cada
miembro de la familia, de la que toman leche como unos lactantes, el
delfinario, sus playas privadas, el cognac Napoleón, el tratamiento de su
ropa, el guardaespaldas que prueba todo tipo de comida antes que Castro, como
en tiempos de los reyes franceses, -por miedo a ser envenenado.
Leemos además de la mala, poca, o
utilitaria relación que siempre tuvo con sus hijos hasta que se enfermó,
y de, por el contrario, la excelente comunicación que mantiene con los
terroristas y traficantes de droga del planeta (al algunos de ellos los
trataba como hijos); de los tarros que Delia Soto del Valle le pegó con otro
guardaespaldas y de los que él le pegó a ella, Delia, su eslabón frágil; de
las casas que posee en todo el país, de las islas de la que es dueño (aparte
de la de Cuba), de los otros hijos ocultos, uno de ellos con su intérprete,
Juana Vera, de las citas con sus amantes en la residencia destinada para los
encuentros amorosos o revolcones de una tarde. Cualquier parecido con el
dictador Rafael Leonidas Trujillo no es tampoco pura coincidencia. Todos son
estos caudillos son idénticos.
Juan Reinaldo Sánchez y Axel Gyldén
han escrito un libro honesto sobre la deshonestidad, la megalomanía, y la
criminalidad de uno de los personajes más siniestros y que más ha sabido
engañar al mundo.
Uno se pregunta por qué Sánchez,
pudiendo asesinar a Castro I en tantas ocasiones, no lo hizo. La respuesta
está en su libro, si lo hubiera intentado, seguramente el primer muerto
habría sido el propio Sánchez, entonces este libro, esta confesión tan
necesaria para la historia mundial, no existiría. Ya existe. Yo habría preferido
que no existiera Castro, claro, el libro es algo secundario en estos casos...
Muchas otras vidas se hubieran salvado.
Sin embargo, es probable que el
arma que matará a Castro I sea precisamente este libro cuando lo lea, puesto
que -según se ha dicho- Castro I lee perfectamente el inglés y el francés.
Probablemente no acabe con él físicamente, aunque también cabe la posibilidad
de un infarto masivo. Pero sobre todo, este libro, pone la gota en la copa
desbordante, es la estocada fatal para lograr que los Castro se despetronquen
del pedestal en que han sido injustamente colocados y caigan reducidos a
cenizas.
Después de este libro nadie podrá
creer nunca que Castro I fue un  antiimperialista, no, porque aquí vemos
que el dictador ha sido más imperialista que los mismos imperialistas, más
dictador que cualquier otro dictador, más ladrón que cualquier ladrón, más
criminal que el peor de los criminales, y que lo único que lo ha movido ha
sido su sed de sangre, sus ambiciones, la primera de enriquecimiento
personal, y su amor avaro al poder, por lo que ha estado en más de una
ocasión a punto de conducir al mundo a una catástrofe, cosa que en parte ya
ha conseguido.
¿Reproches al libro? Sí, el de
afirmar al final que no le guarda rencor a Castro I, pero sí a sus secuaces.
Bueno, lo de siempre, el tema de la "angelicalidad" tan manido. Lo
secuaces no serían lo que son sin la maldad del monstruo. Otro reproche, José
Martí no es solamente como se indica en un pie de página: "un gran
teórico del antiimperialismo". Martí es el alma de Cuba. Y bueno, la
repetición, "
ad aburrimiento", la misma 'candanga' con lo del "dictador" Batista.
Si Juan Reinaldo Sánchez invirtió
gran parte de su existencia en cuidar de la vida de Castro, ahora de un
plumazo, nunca mejor dicho, le ha dado ñampiti gorrión. Este libro
podría matarlo realmente, reitero, pero en cualquier caso, más bien
rematarlo, porque ya estaba muerto. Y muerto estará para la Historia, con
mayúsculas.
Zoé Valdés.



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