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viernes, 13 de junio de 2014

Los negros mendigos de La Habana. Otrora miembro represor de la Blas Roca | Cubanet

Los negros mendigos de La Habana | Cubanet





El ,ex integrante de la tetrica Camorra Fidelista,apodada Brigada o
Contingente de Respuesta Rapida,Blas Roca Calderio,responsable de
cuantos palazos y cabillazos se perdian o aun se pierden en la Capital
Cubana y ella ex militante del Partido Comunista de Cuba e
inspectora-inquizidora de los trabajadores por cuenta propia o
cuentapropistas a quienes y sin lugar a dudas les debio de haber echo la
vida un limon.Aqui estamos en presencia de a lo que se le llamaba en
Cuba,los Comecandelas de Fidel,los Patria o Muerte Venceremos o los Pa
Lo Que Sea Fidel....Saquen ustedes sus propias concluciones.Yo ya saque
la mia,la cual pasa a reafirmar ese viejo dicho que dice asi...EL CRIMEN
NO PAGA.



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO




Los negros mendigos de La Habana

“No es fácil vivir en la calle. Cuando podemos comemos, y nos bañamos, para fregarnos nuestro sudor y  nuestra miseria”




Mendigos 3 -Foto
Juana Cecilia Rodríguez Averof y Alfredo Molinet Valdés – JAML




LA HABANA, Cuba — Juana Cecilia Rodríguez Averof y Alfredo Molinet
Valdés son invisibles a los medios de prensa oficiales. Forman parte de
esa legión de mendigos que hoy habita La Habana sin que a nadie le
importe. Les asusta morir en la calle. Son una pareja de negros viejos
sin esperanzas. La historia de Juana y Alfredo arruga el corazón.

Tras quince años de casados, llevan diez viviendo en la calle. La
noche los abriga en  cualquier portal de una tienda del boulevard de San
Rafael. Mordidos por el hambre, intentan calmar sus tripas buceando los
tanques de basura en busca de restos de comida o cualquier cosa que
puedan vender para aliviar sus necesidades.

Tarea durísima patear tanques de basura con las piernas hinchadas de
tanta caminata, y bucear los basureros desde  Galiano y San Rafael 
hasta Prado y Colón, raspar un hueso, encontrar una fritura maloliente,
un pedazo de pan. Alfredo entre lágrimas nos comenta: “Vine de Camagüey a
La Habana a trabajar despachando combustible. Laboré en los
contingentes 30 de Noviembre y Blas Roca Calderío, participé en zafras
azucareras.

Con este cuerpazo trabajé duro para que nadie tuviera que darme un
peso. Pero hoy este cuerpo no sirve de nada”. “Nunca pensé terminar así.
De qué me sirvió mi diploma de trabajador vanguardia, si ellos
traicionaron  todas las glorias y corrompieron las conquistas sociales.
Mírame aquí. ¡Nadar tanto para morir en la orilla! No es fácil vivir en
la calle. Todo el mundo nos mira con asco. Te montas en una guagua y la
gente te dice ¡aléjate asqueroso!

Nadie ha hecho nada por nosotros”. Juana Cecilia lo interrumpe:
“Antes de vivir en la calle, comencé limpiando piso en una empresa
gastronómica. De ahí me gradué de cajera, me hice inspectora de
trabajadores por cuenta propia, fui económica en una empresa por más de
20 años. Por mis manos pasaron muchísimos billetes, fui militante del
Partido, del cual me botaron por alcohólica. Tengo un expediente muy
limpio y ahora quienes fueron mis trabajadores me miran con desprecio
porque no soy nadie”. Y añade Juana Cecilia: “Ambos somos alcohólicos
por la necesidad, no porque queramos beber. Solo pedimos un albergue
pues estamos pasando muchísimo trabajo.

A veces sentimos la necesidad de estar borrachos para sentir menos el
sufrimiento. Mi marido y yo nos vamos a morir en la calle como la
mayoría de los que llevamos esta vida. Cuando podemos, comemos. Cuando
podemos nos bañamos, para fregarnos nuestro sudor y  nuestra miseria”.
Al igual que la mayoría de los mendicantes, Alfredo y Juana Cecilia
sienten el acoso de la policía cada vez que La Habana recibe una visita
oficial y baja la orden de higienizar las calles.

“Entonces nos internan, nos desaparecen, nos esconden en la Colonia,
un centro para menesterosos en las afueras de La Habana, para que nadie
nos vea”. Alfredo y Juana forman parte del paisaje de los portales
habaneros. Pobres negros viejos que extienden la mano con las esperanza
de una moneda que les resuelva el almuerzo.

Fotos: Juan Antonio Madrazo Luna

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