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martes, 10 de junio de 2014

Movilización en el batey Por Nancy Pérez-Crespo



 EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO



Movilización en el batey


Por Nancy Pérez-Crespo




Para los pro-castristas en los Estados Unidos estos últimos días fueron
de gran ajetreo, porque convocaron a sus huestes para lo que ellos
llamaron «III Jornada Cinco días por los Cinco» en Washington DC. Según
ellos a la cita acudieron tres «destacadas personalidades». Una fue
Cindy Sheehan, esa desdichada mujer, madre de un soldado que perdió la
vida en la guerra de Iraq y que la izquierda malsana la ha convertido en
un banderín del pacifismo y lamentablemente, es muy explotada por los
comunistas cubanos y venezolanos. Otra «gran personalidad» que asistió
fue el periodista español Ignacio Ramonet, autor de una de las peores
biografías de Fidel Castro, y digo peores, porque hay en ese libro
tantas mentiras y exageraciones, como páginas. La tercera «personalidad»
es más bien un personajillo que se trajeron desde La Habana para
clausurar esta fanfarria. Miguel Barnet, el más nauseabundo de los
cubanos. Vino a tirarse un discurso, muy corto por cierto, porque fue en
inglés, que versaba sobre el futuro de las relaciones Estados Unidos y
Cuba, y por supuesto también abogó por la libertad de los cinco que en
realidad son tres, no sin antes darse todo el bombo al que acostumbra
este cínico que actualmente tiene el cargo de presidente de la UNEAC
(siglas que identifican a la Unión o sindicato de los escritores y
artistas de Cuba pero que en realidad es una camisa de fuerza para todos
los escritores que quieren publicar su obra).
Miguel Barnet o
Barniz, como siempre lo llamó el inolvidable Reinaldo Arenas, que muy
acertadamente decía que Barniz era «el más cínico de los escribidores
cubanos». Así, «escribidor» porque, agregaba que «los escritores,
escriben; y los escribidores, perpetran».
En su breve discurso
mencionó por su nombre a uno de los espías, solamente para decir que
cuando lo conoció, este le dijo que él era su héroe literario y su
escritor preferido. Evidentemente la humildad no es una cualidad de
Barniz, si es que tiene alguna. Y abusando de su posición como
presidente del sindicato de escritores y artistas, nombró a los cinco
espías como miembros de la UNEAC y por obra y gracia de esta «Ada»
madrina los tocó con su varita mágica y ahora son, además de espías,
intelectuales, escritores y artistas plásticos y en el colmo de la
insensatez, los nombró como «exponentes del arte vanguardista
contemporáneo». Barniz aseveró que aunque tras la rejas los agentes:
«han sido espiritualmente libres, nunca han dejado de ser libres, con
una libertad que les ha permitido continuar escribiendo, pintando,
luchando», pero olvidó agregar que los espías presos están mejor comidos
y vestidos y con ventajas que no tienen muchos cubanos que caminan por
las calles de La Habana.
Merece la pena conocer un poco más de este
miserable Barnet porque algún día va a tener que rendir cuantas por
tantos años de complicidad y otorgamiento con una de las dictaduras más
longevas y brutales este hemisferio.
Miguel Barnet Laza, nació en
La Habana, el 28 de enero de 1940, aunque pongo en duda el día. Se dice
escritor, etnólogo y poeta, y desde 1960, se relaciona con Alejo
Carpentier en el Instituto Cubano del Libro y con Nicolás Guillén en la
UNEAC, de la cual es fundador y, por supuesto, fue Premio Nacional de
Literatura. Barnet es considerado el autor cubano vivo más publicado
dentro y fuera de Cuba, aunque es reconocido como escritor por uno solo
de sus tantos libros: «Biografía de un cimarrón», que muchos dudan de su
autoría, porque en el mundo literario se dan esos casos y el mejor
ejemplo es el mejicano Juan Rulfo con su «Pedro Páramo».
Según
cuanta el escritor Amir Valle, desde Alemania, un colega le condesó que
Barnet: «tocó la flauta de milagro una vez con su libro Cimarrón, como
lo demuestra el resto de su obra. El mérito que nadie jamás podrá
negarle es su exquisito oportunismo».
Y agrega Amir Valle que en
palabras de otro muy reconocido escritor cubano, también Premio Nacional
de Literatura, esa «vieja dama indigna, que ha metido sus uñitas
afiladas en cuanto chisme, brete, enredo y jugada sucia contra otros
escritores que ha existido en la historia cultural cubana de los últimos
treinta años».
Porque, sí, uno de los alegatos de Reinaldo Arenas,
era que a él lo habían encarcelado por ser un «homosexual contestatario»
mientras a Miguel Barnet lo «premiaban por ser un homosexual
obediente».
Pero algunas anécdotas que cuenta Amir Valle nos
ilustran mucho mejor la calaña de esa «vieja dama indigna». Dice Amir
que hace unos años Barnet participó en un conversatorio celebrado en el
Instituto Cervantes de Berlín y que «entre otras superficialidades
cínicas, ese día Barnet confesó al público que lo que más le importaba
de Cuba era estar con sus doce perros Chau Chau [Amir conserva la
grabación, por cierto]. Lo dijo sonriendo, satisfecho, cínico». Pero la
venganza es dulce y recuerda Amir que, «saltando desde el público, un
cubano lo llamó asesino porque su nombre aparecía en el listado de
quienes habían firmado el apoyo a la condena a muerte de los tres
cubanos que habían sido procesados en juicio sumario y fusilados en
Cuba, en el año 2003».
Miguel Barnet es in mentiroso, más bien un
mitómano, un mentiroso compulsivo y patológico. Miente en pequeño
cuando dice que los espías son artistas. Pero miente en grande porque
asegura que Cuba es un paraíso.
Y volviendo a la charanga de estos
cuatro días en Washington, según ellos mismos confiesan, solo
asistieron unos 250 «activistas por la paz, abogados, escritores,
estudiosos, sindicalistas, artistas, parlamentarios y amigos en general
de esta causa» pero que en realidad muchos de ellos eran areitos (como
el canallita Andrés Gómez), algunos espías, dos o tres latinoamericanos
resentidos, otros odiadores y envidiosos del exilio cubano de Miami y
principalmente desempleados que contratan por unos dólares para que
hagan bulto. Solo consiguieron unos 250 asistentes y esa cifra me
precisa recordar un verso del poeta comunista Rubén Martínez Villena:
¡Qué solos se quedan los muertos! Parece que ese régimen agoniza.

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