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miércoles, 2 de julio de 2014

Cuba y Corea del Norte: generales en desgracia - Lo de Payá se confirma

Cuba y Corea del Norte: generales en desgracia - Artículos - Internacional - Cuba Encuentro

Cuba y Corea del Norte: generales en desgracia

Chong Chon Gang vuelve a las noticas, tras ser absuelta su
tripulación en Panamá. Un análisis sobre las interioridades de un hecho
que dio la vuelta al mundo

Cuando en la primera quincena del mes de julio de 2013 estalló el
escándalo del armamento procedente de Cuba hallado a bordo del buque
norcoreano Chong Chon Gang, escondido bajo una carga de diez mil
toneladas de azúcar supuestamente donadas por La Habana a Corea del
Norte (naturalmente, sin pedirle autorización, y ni siquiera opinión, a
los cubanos) la noticia tuvo inmediata repercusión en todo el mundo y,
naturalmente, en todos los medios informativos en español en el sur de
La Florida.
El hecho de que el capitán del buque norcoreano
hubiera intentado suicidarse, que los treinta y cinco miembros de la
tripulación hubieran resistido el abordaje por parte de los funcionarios
panameños y hubieran dañado las fuentes de energía del buque, y que
todos se hubieran negado a hacer ningún tipo de declaración ante las
autoridades panameñas que pretendieron interrogarlos mediante
intérpretes, añadió drama y surrealismo a la situación.
Aunque la
información no salió de golpe, sino iba surgiendo poco a poco, igual que
los miles y miles de sacos de azúcar “prieta” que los panameños, entre
millones de abejas, extraían de las bodegas del buque, se pudo conocer
del armamento oculto a través de la declaración del gobierno cubano,
fechada en julio 16 de 2013, que señalaba que:
“…dicho buque zarpó
de un puerto cubano rumbo a la República Popular Democrática de Corea
con un cargamento, mayormente, de 10.000 toneladas de azúcar.
Además,
en la citada nave se transportaban 240 toneladas métricas de armamento
defensivo obsoleto —dos complejos coheteriles antiaéreos Volga y
Pechora, nueve cohetes en partes y piezas, dos aviones Mig21 Bis y 15
motores de este tipo de avión, todo ello fabricado a mediados del siglo
pasado— para ser reparado y devuelto a nuestro país.
Los acuerdos
suscritos por Cuba en esta esfera se sustentan en la necesidad de
mantener nuestra capacidad defensiva para preservar la soberanía
nacional”.
El gobierno de Panamá informó públicamente que el buque
Chong Chon Gang, con una lamentable historia de violaciones de
regulaciones marítimas e ilegalidades de todo tipo, había sido detenido
por sospechas de que transportaba drogas. Aunque nadie lo ha dicho
oficialmente, es de pensar que Panamá recibió el alerta proveniente de
los servicios de inteligencia de Estados Unidos (CIA), de Israel
(Mossad), o de ambos.
Antes de hacerse pública la noticia de la
detención y registro del buque, La Habana había enviado urgentemente a
Panamá a uno de sus vicecancilleres, para asegurarle al gobierno
panameño que en el buque no había ningún tipo de drogas. En cierto
sentido, puede aceptarse que el régimen no estaba mintiendo en lo de las
drogas, de acuerdo a lo que se ha podido conocer hasta ahora. Sin
embargo, el ilustre vicecanciller del gobierno cubano no dijo nunca la
verdad a sus colegas panameños, puesto que se quedó convenientemente
detenido en el tema de las drogas y no mencionó una sola palabra del
armamento oculto bajo los sacos de azúcar. Si el vicecanciller sabía lo
del armamento oculto o no, no tiene importancia: el gobierno cubano
pretendió hacer trampas al gobierno panameño.
Cuando se comenzó a
descargar el buque por parte de las autoridades de Panamá se fueron
conociendo más y más detalles sobre los hechos, y el mundo supo del
armamento “defensivo” y “obsoleto” escondido en el barco,
Indudablemente, quedaba claro que el régimen había sido sorprendido con
las manos en la masa, violando disposiciones de Naciones Unidas con
relación al tráfico de armas con Corea del Norte.
Las versiones
Durante
las primeras semanas del acontecer noticioso sobre este tema hubo de
todo, hasta la lamentable declaración del expresidente colombiano Álvaro
Uribe, asegurando que el armamento enmascarado tenía como destino
Ecuador-narcoguerrillas de las FARC. El expresidente no se preocupó para
nada de imaginarse qué tiempo necesitarían las guerrillas o los
ecuatorianos para descargar, sin llamar la atención, las diez mil
toneladas de azúcar que estaban encima del armamento oculto en
contenedores —Panamá necesitó casi tres semanas— ni tampoco qué podrían
hacer los discípulos de “Tirofijo” con quince motores de Mig21 en las
selvas de Colombia, o si el azúcar quedaría en tierra o volvería a ser
cargada en el buque. Aparentemente, esos aspectos le parecieron al señor
Uribe detalles sin importancia.
Otras versiones rocambolescas
hablaron de algún tipo de conspiración interna dentro de las fuerzas
armadas cubanas, posiblemente entre la oficialidad más joven del país, o
la que resultaría menos relativamente anciana, para crearle problemas a
la cúpula del poder. Esta explicación, naturalmente, tendría que
suponer tranquilamente que la muy poderosa Contrainteligencia Militar
estaba de vacaciones en algún lugar de Australia con todos sus
oficiales, y que la vigilancia y protección de la carga militar que se
ocultaría en el barco bajo el azúcar se hubiera encargado a un simple
Comité de Defensa de la zona del puerto donde el buque fue cargado.
Otras
versiones, buscando explicaciones, se preguntaron si el destino del
armamento oculto sería algún país del Medio Oriente o África. De haber
sido así, el paso por el Canal de Panamá resultaría la ruta menos
apropiada y práctica, no solamente porque supondría violar tratados
internacionales sobre el tránsito de armamento por la vía interoceánica y
arriesgarse al siempre latente peligro de inspección de un buque con
historial delictivo que había estado más de treinta días con sus
sistemas de localización desconectados en Cuba, sino también porque el
viaje resultaba innecesariamente mucho más prolongado.
Además, en
el teatro de operaciones del Medio Oriente, donde los israelíes, los
egipcios y varios países árabes petroleros cuentan con una modernísima
fuerza aérea de origen norteamericano, y sirios e iraníes se
reaprovisionan continuamente con los más modernos aviones rusos, los
Mig21 de la era soviética que enviaba Cuba en el Chong Chon Gang no
podrían ser demasiado efectivos en ninguna circunstancia.
Aun
otras versiones, que no merecen dedicarle demasiado tiempo, mencionaron
hasta una segunda Crisis de Octubre cuando oyeron hablar de complejos
coheteriles, pero, como es lógico, tales versiones solo sirvieron para
entretenerse en el ciberespacio y en las redes sociales por un tiempo,
hasta que surgiera la siguiente simpleza que resultaría de interés para
muchos de los usuarios que se toman estas cosas superficialmente.
Ha
costado mucho trabajo aceptar, y muchos cubanos en Miami no lo han
hecho todavía, la posibilidad, y hablo solamente de la posibilidad, de
que tal vez las armas realmente fueran enviadas por el gobierno cubano a
Corea para ser utilizadas por esa dictadura dinástica. De cierta
manera, sería un intento del régimen de devolverle el favor a Corea del
Norte por los cientos de miles de fusiles AKM que el tirano Kim Il Sung
envió gratuitamente a Fidel Castro en los años ochenta, cuando los
soviéticos le hicieron saber al gobierno cubano que no estaban
dispuestos a combatir contra Estados Unidos para defender el manicomio
en Cuba. Y no habría sido casual que esa información sobre el armamento
enviado a La Habana por el dictador coreano la haya hecho pública Fidel
Castro en una de sus disparatadas “reflexiones” cuando estaba en su
apogeo el escándalo del buque norcoreano.
O podría ser posible,
tal vez, y de nuevo hablo solamente de una posibilidad, nada más, que
hubieran sido enviadas para ser reparadas y recibidas de regreso en la
Isla. En ese caso, el azúcar podría ser la forma de pago de Raúl Castro
por los servicios que los norcoreanos brindarían al régimen. Además, más
que simplemente “reparar” y nada más, es probable que lo que se
pretendiera fuera “actualizar” y modernizar al menos una parte de ese
armamento, convirtiendo, por ejemplo, sistemas coheteriles antiaéreos en
digitales, cuando en su versión original son analógicos, lo que
ampliaría muy significativamente sus capacidades operacionales.
La crisis de la DAAFAR en Cuba
A
pesar de las leyendas y la propaganda desde La Habana, la Fuerza Aérea
cubana no dispone en estos momentos de demasiados recursos
operacionales, así como tampoco la Defensa Antiaérea cuenta con
demasiadas posibilidades y medios. Los aviones y sistemas de artillería
antiaérea disponibles en estos momentos están asignados territorialmente
y subordinados a los tres Ejércitos del país (Oriental, Central y
Occidental).
Lo que era un extraordinario complejo militar
independiente en Ciudad Libertad, donde durante muchos años radicó la
jefatura de la DAAFAR (Defensa Anti-Aérea y Fuerza Aérea
Revolucionaria), funciona ahora reducido a un piso del edificio del
MINFAR en la Plaza de la Revolución en La Habana; y se ha hecho público
que donde se encuentra la Base Aérea de San Antonio de los Baños, al sur
de La Habana, se pretende construir un modernísimo aeropuerto civil
capaz de acoger el  crecimiento de los vuelos previstos para el turismo
en los próximos años.
Parecería que tanto para Corea del Norte
como para Cuba ese armamento, teniendo en cuenta el posible “enemigo”
que supuestamente se preparan para enfrentar, resultaría en verdad
obsoleto y de muy poca utilidad frente al modernísimo arsenal y el
extraordinario poder de fuego del “imperialismo”.
Sin embargo, no
hay que olvidar que, por una parte, la mentalidad tan paranoica de los
dictadores comunistas no necesariamente funciona como la de las personas
sensatas, y por la otra, que ese armamento en condiciones funcionales,
básicamente los aviones Mig21, siempre sería conveniente para la
dictadura poder contar con ellos, tanto en caso de producirse
sublevaciones militares como levantamientos populares.
Sin
embargo, una versión a la que no se le otorgó demasiado peso podría
explicar mucho mejor muchas cosas: la arrogancia y el exceso de
confianza, tratándose de un tipo de operación que ya se había realizado
muchas veces durante medio siglo, puede haber sido la causa del fracaso,
en la creencia de que así, si se había hecho anteriormente y nunca se
habían producido situaciones indeseables, no sería ahora que se
producirían. Típico fallo de subestimación del adversario y complejo de
superioridad o arrogancia extrema, que tantas veces ha conducido al
fracaso en todas partes, y que ninguna jefatura militar en el mundo
puede dejar pasar sin que los responsables de tal fracaso sientan sobre
ellos las muy graves consecuencias que vendrán.
La chapucería operativa
Lo
que siempre llamó la atención desde el primer momento en este culebrón
del buque norcoreano capturado fue el nivel de mamarrachada y chapucería
que resultaba evidente con la información que se conocía. La prensa
desaforada en el sur de Florida hablaba de un error garrafal “de la
Seguridad del estado”, y nadie parecía interesado en conocer que los
jefaturas de la DAAFAR, armamento, logística, y servicios de
retaguardia, tenían que ver con este movimiento de armas mucho más que
“la seguridad”, pues no se pretendía armar  un grupo clandestino urbano o
una guerrilla clásica, sino se trataba de un cargamento de armamento
convencional que aparentemente sería desembarcado en condiciones que se
podrían considerar “normales”, en un puerto de un país amigo o, por lo
menos, de un país que no fuera enemigo al punto que pudiera entorpecer
la operación.
Debido a ello, en diversas entrevistas que me
hicieron en la televisión en español de Miami, y en radio, recalqué
siempre que era tan evidente la negligencia y la falta del más elemental
profesionalismo en el manejo de esta fracasada operación que aunque no
lo supiéramos de momento y aunque nunca se explicaran las causas, era
seguro que en algún momento, más temprano que tarde, algún general de
las fuerzas armadas cubanas sería destituido, degradado, retirado, o
hasta encarcelado por este escándalo.
Confieso que en esos
momentos no imaginé nunca que entre las represalias que podrían venir
contra los responsables del fracaso de esa operación podría incluirse
también un oportuno accidente de tráfico que costara la vida a quien no
hizo las cosas como se esperaba que debería haberlas hecho.
La experiencia castrista
El
gobierno cubano no es novato en eso de transportar armamento o tropas
discretamente. Ya en 1963, en ocasión del conflicto fronterizo
argelino-marroquí, tras el cable enviado a La Habana por el entonces
embajador cubano en Argel, el comandante Jorge “Papito” Serguera, con el
texto “mándame naranjas”, fue enviado a toda velocidad hacia Argelia un
batallón de infantería reforzado con tanques y artillería, en un buque
de la marina mercante cubana, mientras parte de los oficiales que lo
comandarían viajaron hasta Argel, vía París, en vuelos comerciales a
través de Madrid y Praga.
Solamente al estar en territorio
argelino se supo de la presencia de tropas cubanas en ese país. Y fue
tan grande y desproporcionada la ayuda enviada desde Cuba en ese barco
que hasta el gobierno argelino quedó sorprendido y preocupado, pues
esperaba una ayuda discreta y en proporción a los acontecimientos que se
desarrollaban, pero Fidel Castro había enviado una fuerza militar
impresionante para la zona y la época.
Desde entonces, y por medio
siglo, los buques de la marina mercante cubana, y de la Flota Cubana de
Pesca, participaron en infinidad de operaciones clandestinas en todo el
mundo, para el desembarco de armamento y combatientes en los más
diversos puntos del planeta, para exfiltración de personas que debían
ser trasladadas hacia Cuba por diversos motivos, o para el envío “legal”
o enmascarado de armamento y municiones a países amigos, como el Chile
de Salvador Allende, la Nicaragua sandinista o la Granada de Maurice
Bishop.
También, aunque en evidentes modus operandi diferentes
debido a las limitaciones técnicas, los aviones civiles de Cubana de
Aviación han sido utilizados para transportar combatientes a todas
partes del mundo. Antiguos aviones Britania e Ilushin-18, movidos con
motores de hélice, transportaron los primeros grupos de tropas
especiales enviados a combatir en Angola en 1975, durante la Operación
Carlota. Viajaban vestidos de civil, las armas de infantería iban
escondidas bajo el piso de los aviones, y se hacían escalas en Guyana y
Congo Brazzaville para repostar.
No todas las operaciones de
traslado de armamentos o combatientes resultaron exitosas. Uno de los
fracasos más sonados ocurrió con el buque Alecrín, de la Flota Pesquera,
capturado por las fuerzas armadas de Venezuela cuando transportaba
armamento para las guerrillas venezolanas. Después de agrias tensiones
bilaterales, el Alecrín pudo regresar a Cuba. Otro sonado anterior
fracaso en Venezuela fue el intento de desembarco en la zona de
Machurucuto de armamento y combatientes cubanos y venezolanos para apoyo
a las guerrillas de ese país. Sorprendido en el desembarco, el grupo
finalmente fue diezmado por el ejército de Venezuela, y las armas fueron
capturadas.
En Chile en tiempos de Salvador Allende hubo diversos
envíos ocultos de armamento de infantería para ser utilizado por las
milicias populares que se estaban creando y que se proyectaba crear
masivamente. Debían producirse sin ser detectados por las fuerzas
armadas chilenas, y por eso llegaban a los puertos del país entre carga
comercial legal, y sin ser identificados abiertamente ni declarados en
los manifiestos de carga de los buques.
En el momento que se
produce el golpe de Estado contra Allende en septiembre de 1973 se
encontraba en Valparaíso el buque cubano Playa Girón, con armamento
destinado al gobierno de Allende. El buque cubano escapó rápidamente de
Chile tumbo norte, siendo perseguido por la nave de guerra Blanco
Encalada, de la marina chilena. El gobierno cubano presentó el hecho
como una provocación de los golpistas, mientras los golpistas acusaban
al gobierno de Fidel Castro de enviar ilegalmente armas en ese y otros
barcos. La persecución y tensión se mantuvieron durante muchas horas,
pero cuando finalmente La Habana autorizó al Playa Girón “largar
lastre”, es decir, lanzar al mar el armamento que cargaba, el buque ganó
velocidad y se alejó rápidamente, siendo imposible para la nave Blanco
Encalada darle alcance.
Durante la guerra de Angola ya se hizo
mención del papel de la aviación civil cubana en el transporte de las
primeras tropas especiales enviadas a combatir a esa nación africana.
Casi al mismo tiempo, Fidel Castro había ordenado a los buques de la
marina mercante que se encontraban en Cuba descargar en el puerto más
cercano, sin ningún tipo de orden o control, toda la carga que llevaran,
e interrumpir y echar atrás la carga de buques que se estuviera
produciendo en esos momentos. En esos barcos fueron transportadas muchas
más tropas, armamento de artillería y coheteril, municiones y
suministros de combate en general, mientras oficiales, artilleros y
especialistas eran simultáneamente enviados hacia Angola en aviones de
Cubana.
Historias muy parecidas se producirían posteriormente en
ocasión de la guerra de Etiopía, donde el gobierno cubano enviaba
combatientes desde la propia Angola o desde la Isla, en aviones y
buques, mientras la entonces Unión Soviética se encargaba de enviar todo
tipo de armamento a través de aviones de carga que hacían escala en
Yemen, y de buques de su marina mercante.
Igualmente, aunque en
menor escala que en Angola y Etiopía, tropas cubanas, asesores y
armamento se enviaron a Nicaragua durante el gobierno de los sandinistas
y la lucha frente a “la contra”.
Por todo lo anterior, que
refleja solamente y de prisa una muy pequeña parte de toda la actividad
encubierta que ha realizado durante más de medio siglo el gobierno
cubano para el movimiento y manejo tanto de combatientes como de
armamento hacia y desde todas partes del mundo, resulta más que
escandaloso el estrepitoso fracaso que se produjo con la detención y
registro del buque norcoreano Chong Chon Gang y el descubrimiento de las
240 toneladas de armamento ocultas bajo el cargamento de azúcar.
La visita del fracaso
La
nave norcoreana había pasado por el Canal de Panamá rumbo a Cuba, y
tras superar la vía interoceánica desconectó los sistemas de
localización del buque, sistemas que deben llevar funcionando,
obligatoriamente, todos los barcos mercantes en todas partes del mundo.
El Chong Chon Gang ya había tenido incidentes y complicaciones
anteriores por transportar armamento, se sospechaba que también podía
transportar drogas. Y hasta había sido detenido anteriormente por
piratas frente a las costas de Somalia en el Océano Índico. Por si fuera
poco, había estado más de treinta días en puertos cubanos sin ninguna
actividad conocida, resultando objetivo de interés para toda la
observación electrónica y satelital de los gobiernos y servicios de
inteligencia de muchas naciones.
Con el sospechoso barco en
puertos cubanos, se produjo la visita de tres días a la Isla de una
delegación militar de alto nivel de Corea del Norte, encabezada por el
general de cuatro estrellas Kim Kyok Sik, jefe del Estado Mayor General
de las fuerzas armadas norcoreanas, aunque algunos medios informaron
erróneamente que era jefe del ejército de Corea del Norte. El visitante
fue atendido en Cuba por el general de cuerpo Álvaro López Miera, jefe
del EMG de las fuerzas armadas cubanas, y además fue recibido por el
Ministro de las FAR cubanas y por el propio Raúl Castro.
Aunque
las informaciones sobre la visita fueron parcas y, como siempre,
difusas, se pudo conocer que el visitante norcoreano fue llevado a
recorrer unidades militares, academias, y empresas de la industria
militar. Lo más trascendente de la información publicada en Cuba fueron
las palabras del general Kim Kyok Sik el 30 de junio, tras ser recibido
por Raúl Castro, al señalar que “Visito a Cuba para encontrarme con los
compañeros de la misma trinchera, que son los compañeros cubanos”, pero
en el aburrido protocolo comunista eso es más o menos lugar común,
similar a declaraciones de inquebrantable amistad o de hermandad entre
gobiernos y fuerzas armadas hermanas, o referencias a los éxitos y
logros en la construcción del futuro luminoso, éxitos y logros que nadie
ve ni siente, pero que se mencionan siempre.
Naturalmente, en ese
momento no se mencionó nada públicamente en ningún lugar, pero pocos
días después quedó claro para todo el mundo (menos para los pueblos
cubano y norcoreano, a los que no se les ha informado casi nada sobre
este incidente) que en esa visita de alto nivel se coordinó y dio luz
verde al traslado del armamento “obsoleto” bajo el cargamento de azúcar
en el buque norcoreano Chong Chon Gang.
A lo que hay que añadir,
para entender mejor el escenario, que prácticamente la totalidad de esas
240 toneladas ocultas de armamento eran armas y municiones de la
Defensa Anti-Aérea o de la Fuerza Aérea cubana (es decir, de la DAAFAR):
dos complejos coheteriles antiaéreos, nueve cohetes en partes y piezas,
dos aviones Mig21 Bis y quince motores para ese tipo de avión. Y es
necesario además recordar que el jefe de la DAAFAR en ese momento era el
general de división Pedro Mendiondo Gómez, quien “se desempeñaba como
Jefe de Órgano del Minfar” según informaciones oficiales cubanas.
Después
de la visita de los expertos de Naciones Unidas a Panamá el día 12 de
agosto, para inspeccionar el armamento oculto hallado en el buque
norcoreano, visita terminada el día 16, aunque todavía no se disponía
del informe final, se pudo conocer que resultaba evidente que ese
cargamento militar enviado por Cuba violaba regulaciones del embargo
impuesto por el Consejo de Seguridad de la ONU a Corea del Norte en
cuanto al comercio y traslado de armamento, por lo que el régimen de La
Habana quedaba en una posición muy incómoda no solamente ante Panamá
(que es lo que menos le preocupaba a Raúl Castro), sino ante toda la
comunidad internacional.
Para complicar más las cosas, el domingo 25 de agosto se conoció desde Nueva York que:
“Los
expertos de la ONU que inspeccionaron el barco norcoreano con armas
cubanas sin declarar que fue retenido por Panamá entregaron un informe
confidencial y preliminar a los 15 miembros del Consejo de Seguridad
sobre su reciente visita, y esperan que Cuba los invite a la isla para
discutir el caso.
Los expertos esperan que Cuba no se demore en su
respuesta, ya que Panamá está pendiente de la decisión de la ONU sobre
el tema antes de tomar alguna acción sobre el futuro de la embarcación y
de sus 35 tripulantes, que actualmente se encuentran bajo custodia
panameña”.
El accidente de tránsito
Eso
podría resultar demasiado incómodo para el Palacio de la Revolución, y
no cabría suponer que se pudiera culpar a militares actuando por su
cuenta en una operación de este tipo, cuando todo el mundo sabe que
sería imposible que eso sucediera en Cuba sin el conocimiento y la
autorización del más alto nivel de decisión, léase del presidente Raúl
Castro, ni en Corea sin el visto bueno del supremo cualquier cosa Kim
Jong-Un.
Por eso llamó la atención que el martes 27 de agosto el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, publicara una información que señalaba que
“En
horas de la mañana del pasado domingo 25 de agosto, se produjo un
accidente automovilístico, en el vehículo conducido por el general de
división Pedro Mendiondo Gómez, jefe de la Defensa Antiaérea y Fuerza
Aérea Revolucionaria”.
La nota no ofrecía detalles sobre las
causas ni el lugar del accidente, pero añadía que en el momento del
siniestro pereció el suegro del general, mientras que el propio general,
su suegra y su esposa fueron hospitalizados gravemente heridos. Horas
más tarde, “producto de los traumas sufridos por el accidente”
fallecieron el general Mendiondo y su suegra, según la nota oficial.
La
nota continuaba con una breve información biográfica sobre el
fallecido, como es habitual en Cuba cuando se produce la muerte de algún
militar de alto rango, y finalizaba señalando que:
“Siguiendo la
voluntad de Mendiondo y de la familia, su cadáver fue cremado. Sus
cenizas serán depositadas en ceremonia militar, hoy martes 27 de agosto,
a las 10 de la mañana, en el Panteón de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias, de la Necrópolis de Colón”.
Es decir, no hubo
velorio, y sin perder tiempo ni anunciar nada el cadáver sería cremado y
depositado en el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, aunque
sin demasiados honores oficiales ni personalidades presentes en la
ceremonia luctuosa, al menos por lo que se ha podido conocer hasta
ahora.
No tiene sentido ponerse a especular ahora o a buscarle la
quinta pata al gato, pero llama la atención que no se conoce ni dónde ni
cómo se produjo el accidente, ni cuánto tiempo transcurrió desde el
evento hasta la llegada de los heridos al Hospital Militar. Es posible
que transcurra mucho tiempo hasta que esos datos puedan ser conocidos,
si es que lo serán algún día relativamente cercano.
Lo más
importante, sin embargo, es que ahora una eventual visita de inspectores
de Naciones Unidas a La Habana estaría destinada al fracaso, por falta
de interlocutores. Todos los militares que conversaran con los
inspectores podrían responder ante cada pregunta diciendo que eso lo
atendía directamente el difunto y que ellos no sabían nada más que lo
que le comunicaran, y que no les habían comunicado nada sobre el tema,
cualquiera que fuera el tema en cuestión.
La contraparte norcoreana
La
dictadura norcoreana, por su parte, se comportó mucho más impaciente
que sus homólogos caribeños: desde el día 3 de agosto no fue visto en
público el general Kim Kyok Sik, quien poco más de un mes antes se había
encontrado en Cuba “con los compañeros de la misma trinchera, que son
los compañeros cubanos”.
Y más recientemente, la prensa
norcoreana, siempre extremadamente cuidadosa y exacta al referir cargos y
jerarquías de personalidades del régimen, ha comenzado a mencionar a
otro general de cuatro estrellas, Ri Yong Gil, quien se desempeñaba como
jefe de operaciones de las fuerzas armadas, y por lo tanto segundo jefe
de su estado mayor, como jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas
Armadas, sin mencionar para nada al eclipsado Kim Kyok Sik.
Dado
el orden de presentación de personajes por la prensa norcoreana, se
puede suponer que otro general de cuatro estrellas, Jang Jong Nam, sería
el nuevo Jefe de operaciones y segundo jefe de estado mayor. Ambos
generales, Ri y Jang, fueron ascendidos recientemente, porque hasta hace
poco aparecían en la prensa de Corea del Norte con tres estrellas en
sus charreteras, y no cuatro como ahora.
Con estos cambios se
puede suponer que el compañero de la misma trinchera de los militares
cubanos, el general Kim Kyok Sik, cayó en desgracia en su país tras el
fracaso de la operación del buque Chong Chon Gang, y un fallo de esa
naturaleza no puede pasar sin resultados nefastos cuando se vive en la
monarquía dinástica norcoreana. Si el general Kim ha sido degradado y
ubicado en una responsabilidad menor, o se encuentra en su casa sin
hacer nada, puede sentirse mucho más que feliz.
No habría que
sorprenderse si ha sido detenido o enviado a un campo de “reeducación”
en cualquier lugar de la nación asiática. O simplemente borrado del
mapa. En Corea del Norte ni siquiera es necesario un accidente
automovilístico para desprenderse de un personaje incómodo o peligroso
para los intereses del régimen de Pyongyang.
Ya vimos lo que
sucedió recientemente a un grupo musical de jóvenes norcoreanos donde
participaba una antigua novia del tirano Kim Jong Un: grabaron un video
donde varias mujeres bailaban y cantaban en shorts, mostrando sus
muslos, sin más ninguna intención ni doble sentido, con el objetivo de
promocionar la agrupación musical. Ese video en Occidente sería visto
como soso o aburrido, pero la dictadura de Pyongyang quiso considerarlo
pornográfico y contrario a las normas morales establecidas. Como
resultado, once integrantes del grupo, incluida la exnovia del Supremo
Líder, fueron ejecutados delante de sus familiares, y esos familiares,
tras la ejecución, fueron enviados a campos de “reeducación” quién sabe
dónde.
Si ese fue el destino de unos jóvenes artistas por haber
realizado un video de promoción de sus actividades que no gustó al
régimen, ¿cuál podría ser en Corea del Norte la suerte de un general de
cuatro estrellas considerado responsable de un rotundo fracaso como la
captura y decomiso del buque Chong Chon Gang y toda su carga, la
detención de sus treinta y cinco tripulantes y, más que nada y lo más
dañino de todo para Pyongyang, la exposición pública de irregularidades y
violaciones con las que actúa normalmente la dictadura norcoreana.
Si
por mostrar inocentemente sus muslos las cantantes norcoreanas fueron
ejecutadas con disparos en la nuca frente a sus familiares, por el hecho
de que un general posibilitara con su fracaso que el mundo conozca
algunas de las inmundicias y trasgresiones con que funciona como algo
natural la dictadura norcoreana, ejecutarlo a cañonazos o lanzarlo a un
estanque repleto de tiburones hambrientos podría parecerle un castigo
demasiado suave al supremo líder de pacotilla.
Con la difuminación
actual del general Kim, los cuatro generales que acompañaron
públicamente el féretro de Kim Jong Il al momento de su muerte, están
fuera del juego, sustituidos por hombres de confianza del nuevo supremo
líder Kim Jong Un.
Al menos en algo tuvo un poco de razón el ahora
esfumado general Kim Kyok Sik al declarar que era compañero de la misma
trinchera de los cubanos: en estos momentos, por lo que parece, junto
al general cubano Pedro Mendiondo, fallecido recientemente en un
accidente de tránsito, ambos generales tal vez no sean compañeros de la
misma trinchera, pero son compañeros de la misma desgracia.
Por
obra y gracia de haber fracasado esta vez al no poder cumplir con los
intereses que suponía el servicio de ambos generales hacia dos
dictadores que son compañeros de la misma inmundicia.






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