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martes, 29 de julio de 2014

Las Falacias de un Capriles extraviado. Por Gustavo Tovar-Arroyo #SOSVenezuela

¡LO PERDIMOS! Falacias de un Capriles extraviado por Gustavo Tovar-Arroyo



¡LO PERDIMOS! Falacias de un Capriles extraviado por Gustavo Tovar-Arroyo














¡LO PERDIMOS! Falacias de un Capriles extraviado por Gustavo Tovar-Arroyo






 


EL REFLEXIONAR COMO CONDENA: En Venezuela
reflexionar se ha vuelto una condena. Nuestra insoportable levedad de
ser venezolanos nos impide el debate crítico, pese a que el debate, la
confrontación de argumentos ensancha nuestra interpretación de las cosas
y afina nuestras conclusiones.


La conciencia crítica y el debate nos desmarca del oscurantismo borrego
de los muduristas. Debatamos, seamos críticos. No seamos nunca
maduristas.


De cualquier modo seré cuidadoso y sensible en esta larguísima entrega,
no quiero herir sentimientos. Hablaré sobre Henrique Capriles quien por
merecer mi respeto, merece también mi crítica.


La desmembramiento nacional lo exige.


EL BUEN HENRIQUE…

En su momento Capriles se ganó a pulso el reconocimiento y liderazgo
nacional, logró restaurar la esperanza desvanecida del venezolano y
movilizar al país en una admirable carrera presidencial que marcó un
antes y un después en el modo de hacer política, ante toda adversidad,
en América Latina.

Logró persuadirnos y convencernos, logró enaltecernos y movilizarnos
para luego de lograr su difícil objetivo desvanecerse y extraviarse
inesperadamente en un laberinto de falacias que le han valido toda
suerte de descalificaciones y epítetos y acaso una irreversible pérdida
de liderazgo: difícilmente se volverá a confiar en él, es voto perdido.

El buen Henrique se ahogó en la orilla.


LA FALACIA TREPADORA
 

Una falacia es un argumento falso que aparenta ser verdadero para
inducir a engaño. La política venezolana es abundante en ellas:
simulaciones, descaros, engaños y medias verdades son la hiedra
trepadora que abarca nuestro discurso.


No es nuevo. Chávez las utilizó y perfeccionó hasta el paroxismo. Entre
perorata y arenga cambió el sentido de las palabras y pervirtió las
realidades: todo era una falacia, una corrupta y perversa falacia.

Nadie se salva, ni tú ni yo, nadie. Yo, por ejemplo, que no sé disparar
soy un conspirador. Chávez, que asesinó a centenares de venezolanos,
dicen que es la reencarnación de Cristo.


Pienso que Capriles, desorientado como quedó después del fraude
electoral esa irreparable deuda moral e histórica que tiene con el
pueblo venezolano y que no está dispuesto a pagar y su inexplicable
inutilidad como líder para hacerla efectiva se dejó hechizar por las
falacias y las usa sin medida.

Una tras otra, sus falacias profundizan su extravío.


LA FALACIA DEMOCRÁTICA
 

¿Alguien en su sano juicio se imagina a Rómulo Betancourt dialogando con
Pedro Estrada o Pérez Jiménez después de haberlos llamado corruptos,
ilegítimos, criminales, ladrones, Al Capones o toripollos? No, verdad.
Yo tampoco.


Sin cometer el desplante de comparar tipos o niveles de dictadura, no
es el objetivo de esta entrega, podríamos debatir en cualquier espacio
que la dictadura chavista ha sido más dura y perjudicial para Venezuela
que la dictadura perezjimenista.


En ambas, las libertades políticas han sido negadas, se ha
perseguido, torturado y asesinado a miembros de la oposición. La
dictadura chavista ha perseguido a todos los sectores sociales: iglesia,
medios de comunicación, empresarios, sindicatos, artistas y políticos;
nadie que le hubiese significado disidencia se salvó. El perezjimenismo
se afincó especialmente en los políticos.


En la dictadura madurista los derechos sociales, económicos y
judiciales de los venezolanos están a expensas de los antojos de los
jefazos de la nomenklatura, las instituciones y poderes públicos
responden escandalosamente al régimen y no hay espacio social que la
peste chavista no haya suprimido. En el perezjimenismo ni fue tan grave
ni fue tan despelotada la persecución, de hecho el sector económico y
social vivieron tiempos boyantes y los poderes públicos, al menos la
justicia, no estaba tan parcializada.


Sin embargo, Capriles insiste en la falacia de señalar que Venezuela
no estamos en una dictadura sino que padecemos tan sólo un mal gobierno,
que con la fuerza electoral apoyada por “millones de votos” la
erradicaremos. A diferencia de Betancourt, Capriles le da la mano, se
sienta a dialogar y hasta recibe órdenes de quien le robo las
elecciones.

Por otro lado, ofrece una desconcertante falacia señalando que en
esta “democracia” única en su género no se gana una elección por la
mayoría, así sea de un voto o cientos de miles de votos, en esta
“democracia” con un mal gobierno hace falta ganar por millones de votos
para que se efectiva la victoria.

¿Qué?
 

Uno lo escucha y no sabe si reírse o llorar. Pide además que ese millón
de votos sea contabilizado por un Consejo Nación Electoral (CNE) que él
mismo ha llamado fraudulento, corrupto y ventajoso para el régimen.

Muy falaz.


LA FALACIA ELECTORERA
 

Capriles en sus desconcertantes divagaciones, sin explicación ni
justificación, después de señalar que el CNE está secuestrado por el
régimen, que no es confiable, que los procesos electorales están
viciados, que él fue víctima de un fraude electoral, que el régimen le
robó las elecciones presidenciales, después de mostrar con eficacia las
pruebas del fraude, de acudir a cuanto tribunal existe en el planeta
para probar la veracidad de sus afirmaciones, de señalar que el chavismo
es abusivo en cada evento electoral, que usa obscena y criminalmente
los recursos del Estado para beneficiar a los candidatos de la
dictadura, que se vale de toda suerte de artimañas para “entubar” el
voto presionando a través a los votantes a través de asaltos
comerciales, dádivas o improvisados planes sociales, coaccionando a los
empleados públicos y un largo etcétera de ilegalidades fraudulentas
(fíjense que ni siquiera toco el tema del fraude electrónico, que
también existe), apunta la falacia electorera de que la única forma de
salir de esta barbarie es por la vía de los votos, que como dije antes
contará ese sistema cuasi africano de elección, inaceptable en ningún
país de mundo, manejado por el corrupto CNE (la dictadura) y concluye
con la perla de que no obstante lo anterior la victoria tienen que ser
por millones de votos, no uno, no cien mil, como en todas partes,
millones.

Uno se pregunta: ¿no se dará cuenta de la falacia que dice?, ¿a quién
aspirará engañar?, ¿será que sólo busca engañarse a sí mismo?


LA FALACIA DEL INMACULADO
 

Henrique Capriles es un buen hombre, ni quien lo dude. Su vocación como
servidor público no sólo es loable, es admirable. Su dedicación es
sincera e infatigable. Podría ser un extraordinario voluntario de la
Cruz Roja o un misionero de alguna congregación mariana (¿las Misioneras
de la Caridad en Calcuta?), podría ser gobernador, alcalde, diputado,
ministro, pero no creo que tenga el temple ni el rigor para ser
Presidente y enfrentar a los criminales que dirigen la dictadura. No
pudo liderar una justa y obligatoria protesta popular cuando le robaron
las elecciones, no puede hoy que se burlan de su diálogo y de
“debilidad”, no podrá mañana contra el afianzamiento del narcoestado. Se
burlarán de él, lo sacarán del poder en una semana.


Señaló como buen misionero dándose golpes de pecho que él no
defendió su victoria electoral porque no quiso arriesgar vidas humanas,
usando la falacia del inmaculado.


Uno se pregunta: ¿qué haría como Presidente si los cubanos, los
colombianos, los gringos o los guyaneses nos invadieran? ¿También
recularía? ¿No defendería a la patria? ¿No arriesgaría vidas humanas?


Su falacia del inmaculado es un contrasentido nacionalista que demuestra
una peligrosa flaqueza de carácter que nos tiene hoy a la deriva.


Pregunto: Si no pudo reivindicar una victoria electoral, si no puede
exigir condiciones democráticas limpias, ¿cómo podrá defender a la
nación ante situaciones más delicadas.


Un país no necesita inmaculados para que lo defiendan, necesita hombres
de estado. Además, si no ha logrado poner en orden a la MUD, ¿cómo
carajo va a poner en orden al país?


Difícil, muy difícil.


LA FALACIA DE LAS FALACIAS
 

Henrique dice se jacta en señalar que nadie como él
conoce a Venezuela porque ha visitado barrios, caseríos, recónditas
pobladas rurales y demás arrabales. Esta es la falacia de las falacias.


Para conocer a un país hace falta mucho más que eso. Hace falta conocer
su historia, su literatura, sus cantos, su poesía, hace falta amar a una
venezolana, tener un hijo o muchos hijos, entender el himno (sobre todo
aquello de la “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó”), seguir el
furioso y visionario ejemplo de los padres de la patria, comprender a
los fundadores de la democracia (Betancourt, por ejemplo), visitar
universidades y liceos, dialogar por igual con todos los sectores
sociales sin complejos, militares y civiles, los productivos y los
improductivos, los emprendedores y los empleados, ser parte de ellos,
soñar con ellos. No sólo un sector, todos los sectores.


Para “conocer” a un país hay que sentirlo, vibrar con él, no sólo
prestar loable asistencia a los más necesitados (que hay que hacerlo),
para “conocer” a un país hay que ser parte de su conciencia, entender
sus ritos y su cultura, soñar en grande y luchar por esos sueños, no
recular, no acobardarse, encarar con virtud y honor, no falacia, las
dificultades, sobre todo cuando se trate de reivindicar libertades y
derechos del pueblo.


Recomendaría al buen Henrique para que conociera mejor a Venezuela y
dejase el extravío en el que anda que leyera imagino que no lo ha hecho
por su conducta Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, que intente ser menos
“Santos” y más Luzardo para que Mr. Danger Diosdado Capone no se lo
coma vivo, que imponga con coraje la civilización a la barbarie, que no
se justifique ni se escude entre falacias, que reconozca su error y
luche como lo han hecho los más admirables y apreciables venezolanos de
nuestra historia: gritando con brío muera la opresión, como compatriotas
fieles porque la fuerza es la unión.

Si el buen Henrique conociera como dice a Venezuela, sabría, que el
venezolano sea humilde o ilustre, de barrio o de universidad, es crítico
y no soporta, no respeta, no sigue a los humillados…


Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr


“Se perdía en divagaciones desconcertantes y en circunloquios
plagados de contrasentidos, dando la impresión de que las ideas
corrieran por entre los escombros de su cerebro como sombras locas, buscándose y evitándose al mismo tiempo.” (Rómulo Gallegos)

EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO

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