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sábado, 25 de junio de 2016

Carta de Leopoldo López: Yo soy optimista y se alimenta de mi fe en el pueblo #venezolano #MUD #OEA #UNASUR

¡NO DEJES DE LEERLA! La carta de Leopoldo López desde la cárcel: “Para los demócratas del mundo” - Noticias Venezuela



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO



Tiempo. El tiempo es el principal enemigo a vencer en una cárcel.


Comparto esta reflexión porque en varias oportunidades me han
preguntado sobre mis expectativas de libertad y siempre respondo
siguiendo los consejos del cardenal Van Thuan: no me he fijado plazo
s.
Este cardenal vietnamita fue apresado por 13 años el 15 de agosto de
1975, cuando, bajo engaño, asiste a un llamado al palacio presidencial y
al llegar es acusado de ser parte “de un complot entre el Vaticano y
los imperialistas para organizar la lucha contra el régimen comunista”.
Posteriormente, publica unas reflexiones donde relata como la principal
frustración del preso es pensar todos los días que saldrá en libertad lo
antes posible y al no ocurrir, sufre a diario una decepción. Ante esta
realidad, relata cómo consiguió fuerza y estabilidad en por un lado, su
relación con Dios y por el otro, en ocuparse de vivir al máximo el día a
día, aprovechando el tiempo para formarse y prepararse más.


Sé que voy a salir en libertad, no tengo dudas de eso y que cuando lo haga estaré más fuerte de alma, mente y cuerpo.
Sé que saldré fortalecido y sin rencores para seguir luchando por las
mismas causas por las que siempre he luchado, y voy a seguir luchando
mientras tenga vida y por las mismas nobles causas por las que fui
encerrado: el bienestar y prosperidad de nuestro pueblo, la defensa de
la democracia y la libertad de los venezolanos.


Pero si bien, desde el punto de vista individual, estas
lecciones me han servido para afrontar mi injusta condena, no me han
servido para calmar la angustia que tengo por la situación que está
viviendo mi país. A Venezuela y a los venezolanos se nos agota el
tiempo.


La crisis que actualmente vive Venezuela es de carácter sistémico.
No hay ámbito de la vida pública ni privada que escape airoso a esta
terrible situación. En lo social nuestro pueblo sufre por la falta de
insumos básicos como alimentos y medicinas, lo que ha provocado que cada
vez más familias venezolanas coman menos de dos veces al día y la
muerte de muchas personas que no han podido conseguir los medicamentos
necesarios para atender condiciones de salud tan básicas como la
hipertensión arterial. En lo económico nuestro país sufre hoy de un
proceso hiperinflacionario que merma dramáticamente el poder adquisitivo
de nuestra moneda, algo que, sin duda alguna, perjudica principalmente a
los más pobres. Y en lo político ha avanzado la persecución en contra
de la oposición a través de la manipulación de los poderes públicos,
traduciéndose esto en la existencia de más de un centenar de presos
políticos en cárceles militares, en la ejecución de torturas y tratos
denigrantes por parte de las autoridades nacionales hacia las personas
que ejercen el derecho constitucional de la protesta, y hasta en la
dispersión de manifestaciones públicas con el uso de armamento de guerra
como sucedió hace apenas unos días en la localidad de Cariaco, un
pueblo humilde en el oriente venezolano.


Toda esta crisis tiene un responsable muy claro: un régimen
dictatorial que se aferra obstinada e irresponsablemente al poder, y que
ha decidido, por todas las vías posibles, negarle el derecho al pueblo
venezolano de manifestarse y materializar, a través del voto universal,
directo y secreto, el cambio tan deseado por todos.


La oposición democrática en Venezuela se ha dado la tarea de
denunciar la naturaleza anti-democrática del gobierno de nuestro país.
No ha sido una tarea fácil hacerle ver a la comunidad internacional la
verdadera naturaleza del régimen que gobierna a Venezuela, así como el
peligro que significa para todos los pueblos libres y democráticos de
nuestra América la mera existencia y vergonzosa tolerancia de una nueva
dictadura en nuestro continente.


El gobierno venezolano por mucho tiempo se aprovechó de manera
inescrupulosa de la inmensa cantidad de recursos económicos que
ingresaron a nuestro país por concepto de la venta del petróleo, para
hacerse con favores políticos a través de la exacerbación del populismo
electoral en el ámbito interno, así como para ganar influencia y limpiar
su imagen autoritaria en el ámbito externo. Y todo esto sucedía
mientras avanzábamos a paso acelerado hacia una crisis política,
económica y social que era del todo previsible y que tendría al pueblo
venezolano como principal doliente.








Pero hoy, son más que evidentes las pruebas que apuntan a la
degradación de nuestro sistema político, a la pérdida de nuestras
libertades ciudadanas y a la “alteración del orden democrático” a lo
largo de los últimos 17 años.

Ante este escenario, es necesaria la unión de todas las fuerzas
democráticas, tanto dentro como fuera de Venezuela, en torno a un
objetivo común: la fundación, el mantenimiento y la defensa de regímenes
que sostengan la libertad ciudadana y el respeto del ser humano por
encima de todas las cosas.

Hermanos del mundo, pero en especial del continente Americano, el día
de mañana, 23 de junio, necesitamos de su solidaridad. Solidaridad con
Venezuela, solidaridad con la democracia. Desde ya celebramos que se
hayan realizado varias sesiones para discutir el caso venezolano y para
discutir sobre la aplicación de la Carta Democrática, porque el sólo
hecho de que esto sea así, desmiente ese vergonzoso argumento del
gobierno venezolano que repite en las distintas instancias
internacionales de que en Venezuela existe “normalidad democrática”.


De igual forma el gobierno venezolano ahora sostiene que no
es necesaria la Carta Democrática, que eso entorpecería un proceso de
diálogo tan necesario en nuestro país. La Mesa de la Unidad Democrática
sostiene todo lo contrario.
La Carta Democrática facilitaría el
proceso para que ese diálogo que hoy no existe en Venezuela pueda, en
primer lugar, llevarse a cabo y además que pueda ser efectivo y cuente
con una agenda y unos plazos claros.


Toda la Mesa de la Unidad Democrática en Venezuela ha
manifestado la voluntad de reconstruir y reconciliar a Venezuela y ha
expresado su deseo de que un diálogo sea para darle soluciones reales y
concretas a los venezolanos y nuestras peticiones para que este sea
fructífero no son más que el respeto a los derechos humanos y a la
constitución, mediante la apertura de un canal humanitario que permita
la entrada de toda la ayuda en alimentos y medicinas para los
venezolanos, la liberación de los presos políticos y la realización de
un referéndum revocatorio
. Podemos dialogar y lograr acuerdos
en torno a temas tan fundamentales como la convivencia democrática, la
reconstrucción económica y la seguridad en nuestro país, pero creo que
todo el mundo puede entender que los derechos humanos y el cumplimiento
de la constitución no están sujetos a una negociación. Ningún diálogo
puede estar por encima del derecho constitucional que tiene nuestro
pueblo que se realice el Referéndum Revocatorio a Nicolás Maduro este
año 2016. Con respeto les invito a leerse los artículos 72 y 233 de
nuestra constitución, donde podrán constatar lo legítimo de nuestra
exigencia.


Hoy los venezolanos luchamos de manera pacífica y
constitucional contra una dictadura que se beneficia y saca provecho de
quienes por temor o por simple desconocimiento la desconocen como tal.

Una dictadura de nuevo cuño y adaptada a los nuevos tiempos, pero con
la misma esencia asesina, hambreadora y violadora de los derechos
humanos de las de antes. Una dictadura que, por el bien de nuestro
futuro y el de nuestros hijos, merece ser derrotada… Una dictadura que
nos impone un momento de definiciones, porque, como dijo una vez el
premio Nobel de la paz Desmond Tutu: “si eliges ser neutral en
situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”.


Los venezolanos no nos vamos a cansar en esta lucha. Estamos
convencidos de que Venezuela ha de superar esta situación, de que
podemos sacarla del desastre al que hoy la tienen sometid
a. Yo
soy optimista y ese optimismo se alimenta de mi fe en el pueblo
venezolano y su infinita sed de libertad. Esa aspiración de libertad del
pueblo es una fuerza superior a cualquier adversidad, va más allá del
aquí y ahora y nos permite soñar y proyectar un país con unas
condiciones de vida mejores para millones de compatriotas.



Carta a los demócratas del mundo


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