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martes, 2 de agosto de 2016

Militares en los negocios: mal asunto | Las huellas que sigue Maduro en #Venezuela

Militares en los negocios: mal asunto | Cubanet



 EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO



"...no se gobierna una nación
como si fuese una división  de blindados. Una cosa es la guerra y otra
bien distinta dirigir con eficiencia la gestión económica de un país,
aunque para ambas cosas se use indistintamente el mismo lenguaje bélico"

LA HABANA, Cuba.- La supervivencia del castrismo parece estar cada
vez más en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Y no solo
por los generales que dirigen algunos de los ministerios más
importantes sino también por los  generales-empresarios del Grupo de
Administración Empresarial S.A (GAESA).


GAESA, cuyo director general con poder ejecutivo es el coronel Luis
Alberto Rodríguez López-Callejas, padre de un nieto de Raúl Castro,
factura más de mil millones de dólares anualmente. Posee centrales
azucareros, las TRD (Tiendas de Recaudación de Divisas) Caribe y Gaviota
que imponen gravámenes abusivos a los precios de sus mercancías, los
Almacenes Universales S.A., granjas agrícolas, acerías, la industria de
la informática y las telecomunicaciones, zonas francas, etc. Y por si
fuese poco, al poseer la mayoría de las capacidades hoteleras y las
marinas, es quien rige el turismo, una de las principales fuentes de
ingreso de divisas al país.


Algunos préstamos tomados del capitalismo han funcionado con éxito en las empresas de las FAR.


A inicios de 1985, luego del naufragio del Sistema de Dirección y
Planificación de la Economía, copiado del modelo soviético, las FAR
implementaron el Sistema de Perfeccionamiento Empresarial, a modo de
prueba en la empresa “Ernesto Guevara”, de Manicaragua, Villa Clara, la
mayor instalación de la Unión de Industrias Militares.


El experimento era supervisado por el general Casas Regueiro, que
mantenía regularmente informado al respecto al entonces Ministro de las
FAR, el general Raúl Castro.


Dos años después, la experiencia se extendió a las industrias militares de todo el país.


El Sistema de Perfeccionamiento Empresarial (SPE), que fue calificado
por Raúl Castro como “el cambio más trascendente y profundo de la
economía”, copiaba formas de organización y administración capitalistas:
corporaciones, sociedades anónimas,  contratos de administración y
asociaciones con empresas extranjeras.


El SPE permitió al ejército cubano capear los peores años del Período
Especial. Si no se  implantó a escala nacional fue por temor a  sus
consecuencias, que hubieran sido peores que las de una terapia de
choque.


En 1994, Fidel Castro, presionado por el deterioro de la situación,
aceptó que un grupo de empresas del Ministerio de la Industria Básica
entrara de forma experimental en el SPE. Luego se incorporaron 100
empresas más.


En  1997, el V Congreso del Partido Comunista adoptó el SPE como
estrategia económica. Luego de la sucesión raulista, la extensión del
perfeccionamiento empresarial al conjunto de la economía cubana se
concibió como una estrategia a largo plazo para la preservación del status quo.


A fines de la pasada década, cuando más de 400 empresas que aplicaban
el SPE eran las más eficientes del país en cuanto a costos y
resultados, parecía que la economía cubana comenzaba a derivar hacia la
generalización de ese sistema. Pero era un modelo demasiado artificial
para extrapolarlo al resto de la economía nacional. Para empezar, el
incosteable y desastroso sistema empresarial en pesos cubanos no era
compatible con el perfeccionamiento empresarial en dólares.


Con el SPE los militares jugaron a la economía con ventaja. Sus
empresas fructificaron en un ambiente de invernadero. No tuvieron que
enfrentar competencia laboral o de capitales, tuvieron  acceso ilimitado
a los recursos estatales y dispusieron de una mano de obra disciplinada
y acostumbrada a obedecer órdenes. Disponían a su antojo de los
factores de producción, los precios y la comercialización. Las
inversiones corrieron a cuenta de empresarios extranjeros dispuestos a
tratos inescrupulosos a cambio de una mínima participación en los
negocios.


Aunque hayan tenido un discreto y relativo éxito, no hay mucho que
aprender de las empresas de las FAR. Y es que no se gobierna una nación
como si fuese una división  de blindados. Una cosa es la guerra y otra
bien distinta dirigir con eficiencia la gestión económica de un país,
aunque para ambas cosas se use indistintamente el mismo lenguaje bélico.


En las FAR, a rastras con sus viejas consignas y su obsoleto
armamento soviético, también se refleja el desgaste del sistema y las
deformaciones de la sociedad cubana actual.


Los militares metidos en los negocios pueden resultar problemáticos a
no muy largo plazo. Alejados de los intereses populares, contribuyen a
la continuidad del sistema. Pero siempre estarán acechados por
tentaciones. El contacto con los capitalistas extranjeros fomenta la
codicia y la corrupción. Hace años está ocurriendo.


Cuando sientan amenazados sus privilegios y los bienes en usufructo
concedidos por el Estado patrimonial, su lealtad a los Jefes o a sus
sucesores se verá puesta a prueba. Habrá que ver entonces qué pasará.





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