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sábado, 7 de enero de 2017

Quiénes llegaron la Plaza ? La respuesta es: Todos esos escluibles pero con doble moral !

Breve e impreciso boceto de un partidario



EL MOVIMIENTO BLOGGER, ESTA LLAMADO A SER EL CATALIZADOR MORAL DE LOS GOBIERNOS, ANTE LOS OJOS DEL MUNDO




Breve e impreciso boceto de un partidario




















Los congregados eran todos aquellos que no se salen del discurso oficial. (Twitter)



Los congregados eran todos aquellos que no se salen del discurso oficial. (Twitter)
















Las imágenes del desfile y la marcha del pueblo
combatiente de este 2 de enero provocaron en muchos algunas preguntas:
¿Quiénes son estos cubanos que asistieron a la Plaza de la Revolución?
¿Qué características definen a quienes se despertaron de madrugada,
gritaron consignas frente a la tribuna o marcharon diligentes portando
un cartel progubernamental?
La prensa oficial los
define con adjetivos positivos ‒agradecidos, fieles, combativos‒ y los
incluye en el lema de moda, ese que cada uno de ellos repitió durante
este lunes: "Yo soy Fidel". Pero cabe también dibujar los contornos de
su naturaleza a partir de lo que no son, o al menos de lo que no
deberían ser...
Está claro que en la amplia
explanada, a la sombra del Ministerio del Interior, no estaban aquellos
que mantienen divergencias políticas con el Gobierno o los que no
tuvieron el ánimo de simular un desbordante entusiasmo revolucionario.
Quienes aún padecían la resaca de fin de año y no pudieron despegarse
temprano de la cama también se cuentan en esa lista.
Si se cree a pie juntillas la descripción que hace el oficialismo de
fieles allí congregados, tampoco debieron concurrir los que conforman
esa "lacra antisocial que no estudia ni trabaja"



Sin embargo, si se cree a pie juntillas la descripción
que hace el oficialismo de fieles allí congregados, tampoco debieron
concurrir los que conforman esa "lacra antisocial que no estudia ni
trabaja", un grupo cuya principal ideología es la sobrevivencia y que
llama izquierda a todo aquello que se hace fuera de la ley para sortear los rigores de la cotidianidad.

Se supone que a la Plaza no asistió ninguno de los tantos que trafican
con el combustible de tractores y ómnibus del servicio público. No
estaban siquiera los negociantes de gasolina o petróleo extraídos de los
equipos de generación eléctrica, transporte de carga y vehículos
estatales, que revenden el producto a los conductores de vehículos
privados.
En esa masa enardecida se deduce que no
asomaba el rostro de nadie que comercializa alimentos o productos para
la higiene personal extraídos de círculos infantiles, hospitales,
escuelas, comedores obreros e incluso prisiones y unidades militares.
Porque ese tipo de gente tampoco tenía cabida en una marcha convocada para intachables.

Bajo esa lógica, entre los combativos trabajadores de la construcción
no marcharon los que alimentan el mercado negro con cemento, arena,
bloques, cabillas, muebles sanitarios, cables, tomacorrientes y tantas
cosas extraídas de las obras estatales. Ni hablar de aquellos que
incurren en el delito de receptación y compran recursos "desviados" para
reparar sus viviendas.
Entre las personas de la
tercera edad que representaron a alfabetizadores, antiguos milicianos o
combatientes internacionalistas, ninguno debió ser de los ancianos que
compran periódicos en los estanquillos al precio de 0,20 centavos y
luego los revenden a un peso. Ni de esos jubilados que, a las puertas de
los mercados, ofrecen cigarros al menudeo, bolsas plásticas, café o
espaguetis del racionamiento para completar su pensión.
Entre los miles de jóvenes y adolescentes que agitaban banderas,
portaban pancartas y coreaban lemas no había espacio para los que venden
su cuerpo a los turistas ni los que sueñan con largarse del país



La lista de los que –bajo ningún concepto– debieron
formar parte de la concentración organizada por el Gobierno este lunes
podría alargarse indefinidamente. En esas apretadas filas no tenían
cabida los improductivos, los negligentes en el servicio, los que
manipulan la pesa en un mercado ni los administradores que maquillan los
números antes de que llegue la auditoría.
Entre los
miles de jóvenes y adolescentes que agitaban banderas, portaban
pancartas y coreaban lemas no había espacio para los que venden su
cuerpo a los turistas ni los que sueñan con largarse del país, ya sea
cruzando el Estrecho de Florida, atravesando las selvas de Centroamérica
o pactando un matrimonio sin amor.
Tampoco estaba
previsto que participaran en la concentración los que compran una prueba
de ingreso a la educación superior o falsifican un certificado médico
para esquivar el servicio militar.
Debieron faltar
también los que protagonizan ese fenómeno al que los medios oficiales
llaman "crisis de valores" y ejemplifican con el uso de "símbolos ajenos
a nuestra cultura" como celebrar el día de Halloween, preferir el
fútbol al béisbol o llevar una camiseta con la bandera de Estados
Unidos.
Si ninguno de esos excluidos del discurso
oficial, estigmatizados por la propaganda y condenados por el sistema,
marchó este lunes... entonces, ¿quiénes llenaron la Plaza?

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